Hoy, 31 de marzo de 2009 se cumplen 30 años de la partida de mi tío Dagoberto Dupuy. Yo tenía 19 años entonces. Después de tres décadas, nunca más he sentido el dolor tan grande que sentí con su partida. Él fue el primer hombre que marcó mi rumbo espiritual. Al pasar los años no me canso de admirar la visión que tenía, la inteligencia tan despierta y un tremendo sentido del humor. No era un hombre perfecto, tenía enemigos, a veces era impaciente y enojón, era exigente, sobre todo en el vestir y en la higiene. Pienso yo que guardaba algunos resentimientos ya que las luchas internas en la iglesia eran bravas. Pero al final, el saldo para él es favorable. Murió a los 45 años, yo ya lo he superado en 4. Eso me hace humilde, cuando pienso que murió cuando su hijo mayor tenía 22 años y el más chico 8. No vio a ninguno de sus cuatro hijos graduarse de la universidad, ni casarse, ni conoció nietos. Sin duda, hoy sería un abuelo feliz a los 76 años. Él planeaba jubilarse a los 60 años del ministerio. La iglesia de Rosas, fundada por su padres y que él pastoreaba en el centro de Santiago, seguramente sería una iglesia hermosa, influyente, madura. Su muerte precipitó muchas cosas, entre ellas la división de la congregación y mi partida a los Estados Unidos. Nunca más volví a la iglesia de mi niñez. Sin embargo, si mi tío no hubiera muerto, yo no habría seguido el camino de la vida hasta donde estoy y por lo cual alabo infinitamente al Señor por las amistades providenciales y las circunstancias cruciales en mi vida aquí en los Estados Unidos.
Es primera vez que lo voy a hacer: les transcribo lo que escribí acerca de su muerte en mi diario de vida hace 30 años. Perdonen el estilo, las faltas, los pensamientos. Léanme pensando que era un adolescente. Quizás pueden, al final, aplicar el dicho: “los niños y los borrachos siempre dicen la verdad”.
Santiago de Chile, 16 de abril de 1979.
Si el lápiz que empuña mi mano pudiera decir lo que mi ser siente, de seguro que escribiría con letras de sangre mis pensamientos. Aquellos se tornan inciertos, las ideas se confunden porque un puñal de dolor desgarra mi corazón y lo deja sangrando amargura.
Tenía un tío que era mi pastor, y más que pastor era un hermano, un amigo. Me amó mucho, le amé demasiado. Me enseñó mucho, aprendí de él. Hoy ya no está con nosotros, sentimos su ausencia, su tremenda ausencia.
Cuando el grupo de jóvenes volvió de la gira misionera al sur de Chile, él nos fue a esperar a una pequeña iglesia llamada El Rulo. En ese culto predicó un mensaje impactante acerca de una novela histórica llamada Maitenrehue de Sepúlveda Rondinelli. Relacionó esa novela con nuestro viaje al sur y la conquista de almas. En la novela un muchacho ayudaba a colonizar las tierras sureñas de Chile. El domingo siguiente nos recibió en la iglesia de Rosas. Ese día fue el punto cúlmine de su gozo con el grupo de jóvenes, gozo que había comenzado un día de julio de 1978 cuando volvimos de un campamento de invierno del balneario de Cartagena totalmente renovados en el espíritu. Mi tío puso toda su atención en el grupo juvenil y en él depositó su alegría, su esperanza y su amor.
Estaba enfermo de la vesícula, estuvo postrado un mes en el hospital y la muerte lo arrancó violentamente de nuestras vidas.
Hoy retumban en mi mente las palabras que decía el viernes 2 de marzo en la penumbra de su dormitorio. Varios jóvenes fuimos a verlo a su casa. Con una mano sobaba su adolorido estómago y con la otra acariciaba a Nixy que lloraba a su lado. “Niña, no llores” –le decía- “porque si es la voluntad de Dios él me va a sanar, pero si no es así, y él viene por mi, yo me voy con él. Desgraciadamente la iglesia no está preparada para quedarse sin pastor, aún hay muchos que no se han arrepentido, no están preparados, no han madurado”.
“Yo he pasado por tres etapas en mi ministerio” –continuó diciendo- “primero fue la prueba material, cuando tuve que vender mis televisores, mis equipos de radio y trabajar tan sólo para tener comida en la casa. Llegué a ser despreciado por mi mejor amigo quien me dijo que yo era un sinvergüenza. Todo esto lo superé, con la ayuda de mi Dios. Luego vino la segunda etapa, la prueba espiritual. Sufrí muchísimo por la iglesia, las noches de insomnio eran largas, los problemas eran muchos, una parte de la iglesia me rechazaba y sentía que la iglesia se iba de mis manos. Me paraba a la entrada de la iglesia a saludar a todos los hermanos, incluso a los que me rechazaban, aún así ellos me eludían. Pensé en dejar el pastorado para salvar mi alma, pero Dios tuvo misericordia y envió un avivamiento a los jóvenes y con su poder derribó todas esas cosas y hermoseó la iglesia sacando mi aflicción espiritual”.
“Ahora, mi tercera etapa es el dolor físico. De un tiempo a esta parte me he empezado a enfermar y a sentir fuertes dolores, pero si es la voluntad de Dios los superaré como he superado las pruebas económicas y las espirituales. Posiblemente el lunes me operen. Nunca en mi vida he visto a un doctor y nunca he entrado como paciente a un hospital, pero vuelvo a repetir: si el Señor viene por mi, tengo una seguridad plena que me voy con él. Pero la iglesia no está preparada, hay muchos pecadores que aún no aceptan al Señor, y si él me concede la oportunidad de volver a la iglesia, mi primer mensaje será para ellos.”
“Perdonen si me he puesto melodramático, pero las circunstancias así lo exigieron. Dios les bendiga, buenas noches”.
Esa fue la última noche en su casa, al otro día se lo llevaron al hospital. Lo operaron de emergencia y luego tuvo otras dos operaciones sin éxito. Dios había consumado su plan. Falleció el 31 de marzo.
Un día pude entrar a visitarlo con mis padres. Él me pidió que me quedara un momento después que se fueron las visitas, y me contó una experiencia maravillosa que le ocurrió en la primera cirugía. Me dijo que salió de su cuerpo e hizo dos viajes “en su espíritu”. Primero fue a Chillán (ciudad al sur de Chile) y luego a Tongoy (balneario al norte de Santiago). Me contó su experiencia con lujo de detalles y me dijo: “Hijo, tenemos que hacer esto y aquello con la revelación que tuve”. Él se fue, la misión es mía. Fui a Chillán a comunicar lo que él me encargó y ahora espero ir a Tongoy.
Mi tío me enseñó y confidenció cosas muy hermosas, algunas para pregonarlas, otras como para guardarlas en lo íntimo de mi corazón. Me mostró a sus amigos y también me advirtió de sus enemigos. Me habló de su pasado y se ilusionó con mi futuro. ¡Qué maravilloso hombre se nos ha ido!
Estoy tratando de aprender la lección: Dios se lleva grandes hombres para que se levanten otros grandes hombres. Hay un lugar vacío que hay que llenarlo con trabajo y santidad, con amor y alegría, con sabiduría e inteligencia. Y si hay alguien que se ofrezca a llenarlo, ese soy yo.
Si tuviera la oportunidad de tenerlo un instante ante mí le diría: Tío querido, ten confianza en mí porque no te voy a desilusionar. Todas las esperanzas que depositaste en mí no serán en vano; tampoco en vano dijiste que yo era tu brazo derecho, ahora lo voy a demostrar. Tampoco dijiste en vano que yo sería un pastor porque lo seré, ni en vano me llamabas “hijo” porque lo soy. Tu sobrino amado te quiere decir muchas cosas, pero el tiempo es breve. Goza plenamente la presencia de Dios, porque aquí abajo lucharé con brío, y tu lugar vacío, ¡yo lo llenaré! Cuando me toque a mi la oportunidad de cruzar el río cristalino y mi espíritu pase velozmente por el valle de sombra de muerte y me una a mis antepasados, allí en el paraíso, te buscaré alrededor del trono de Dios y te veré para decirte, “tío, ¡lo cumplí”.
Nandy, tuve la valentia de entrar de a tu blogspot, ya que no me manejo mucho en esto del computador. Aunque no lo creas con lagrimas en los ojos te estoy escribiendo, lo que ahi dices es muy cierto, tuve la gran satisfaccion de conocer a tu tio Dago muy de cerca por el lazo familiar con tus padres, lo conoci como una persona muy alegre, bueno para las tallas como todos los Dupuy que conozco, lo conoci como jugador de futbol tuve el privilegio de jugar a su lado, donde aprendi mucho por que era un excelente jugador, tambien sabia de tu cercania con el en lo espiritual y sabia lo que pretendia de ti, pero cuando mas cerca lo tuve fue cuando murio mi abuelita el 28/3/78 el estuvo a mi lado consolandome y cuando no lo esperaba fue en la muerte de mi padre el 17/10/78 como ves el mismo año, ahi llego hasta La Cruz un pueblito cerca de Quillota donde vivia mi padre con 42 años. Tuvo la deferencia tambien de acompañarme junto a Raul y recibir las palabras de aliento como el solia darlas, y mas valor tiene porque personas ma allegadas no asistieron ni despues fueron a mi casa. De su funeral tambien me recuerdo lo maravilloso que fue y lo imponente, como anduvimos de Rosas hasta el cementerio y cuando asisto al camposanto, aunque no soy muy asiduo, siempre paso a su sepultura a dejarle un rosa, yo soy mas de recuerdo, todos los dias me acuerdo de mis seres queridos que se fueron de este mundo y entre esas personas esta DON DAGO, asi con mayusculas para mi. bueno Nandy gracias por poder expresar lo que sentia y me preparo para encontrarme con tu hermano, German y por supuesto tus padres a quienes comentare de esto, saludos Titin(Héctor Cortés Zúñiga).
ReplyDeleteFernando
ReplyDeleteMe asombra tu habilidad de comunicar desde joven, tus palbras son conmovedoras y sobre todo llenas de pasión por la obra al contarnos como tu tío fué un gran hombre de Dios hasta sus últimos días (Gracias por abrir tu corzón).
Seguramente que él estará feliz de ver a cuantos haz alcanzado y a cuantos lugares Dios te ha llevado.
Bendiciones y sigue adelante.
Julio Splinker
Cuando murió el Tío Dago yo tenía 6 años y 9 meses. Me acuerdo de su velorio y me acuerdo que yo no tenía pena. Pero también me acuerdo de cuando empezaron a sacar el ataud de la iglesia y mi papi me tenía en brazos, a la orilla del pasillo y más o menos atrás. Yo miraba muy asombrado todo eso, y cuando pasaron con el Tío por el lado de nosotros a mi me dio una pena horrible y ahi me puse a llorar y me hundí en el hombro de mi papi.
ReplyDeletehola mi nombre es Víctor Anton Púen de Santiago de Chile yo no tuve la oportunidad de conocer a tu tío el Pastor Dagoberto , tengo 45 años a los 16 años conocí al señor en la Iglesia de lo Olmos C.I.EV Con el Pastor Víctor Millaleo,Quien descansa en los braso del Señor, mi Padre tuvo la oportunidad de conocer al Pastor y el me contó cosa linda de este hombre de Dios que hoy hay muy poco en las Iglesia con esta Pasion de servir a Dios me quiero quedar con estas palabras que tambien reflejan mi Pensamiento "Estoy tratando de aprender la lección: Dios se lleva grandes hombres para que se levanten otros grandes hombres. Hay un lugar vacío que hay que llenarlo con trabajo y santidad, con amor y alegría, con sabiduría e inteligencia. Y si hay alguien que se ofrezca a llenarlo, ese soy yo." tuve la oportunidad de concerté ,pero era un muchacho con mucho temores al ridículo muchas veces me daba vergüenza hablarte como me habían hablado tanto del Pastor Dago quería conocer su familia (hebreos 13:7), y sabia que usted era el sobrino nunca tuve la oportunidad de hablar en el instituto Pentecostal como en la Iglesia de Rosas me gustaría tener la oportunidad de dialogar atravez del mail QUE DIOS BENDIGA SUS PASOS
ReplyDelete