Wednesday, June 02, 2021

El matrimonio igualitario en discusión.

 En su última cuenta anual el presidente Piñera anunció su apoyo a la aprobación del matrimonio igualitario. Ya comenzó la batalla de las declaraciones de los políticos, a favor y en contra, y obviamente la voz de los diferentes credos se ha vuelto a oír. 

    Nos toca, como cristianos, determinar cómo nos comportaremos en esta discusión. Mi aporte es el siguiente: un artículo del Pastor Benjamín Cachiaras adaptado a la cultura hispana. Que al leerlo usted sea tan bendecido como lo fui yo.

EL MATRIMONIO IGUALITARIO EN DISCUSION, Ben Cachiaras.


El panorama en nuestra sociedad ha cambiado. Las últimas encuestas confirman lo que ya sabemos - que un número cada vez mayor de personas están dispuestas a reconocer las uniones homosexuales. Se trata de una realidad cada vez más latente en la cultura en que vivimos. Por lo tanto este debate era inevitable.

Algunos quieren ver esto simplísticamente, a ver si nos declaramos "a favor” o "en contra" del homosexualismo. No es tan simple la cosa. Un aspecto en el meollo de este asunto es analizar si a las parejas homosexuales se les deben conceder privilegios civiles o darles protección legal de la manera que la tienen las parejas heterosexuales. Los cristianos sienten la responsabilidad de defender el matrimonio y argumentar en contra de las uniones del mismo sexo, sólo para darse cuenta de que argumentar en contra del matrimonio gay lleva a negar la protección civil del estado sobre ellos y sus hijos. 

La gente como nosotros nos
encontramos en una situación complicada ya que por un lado sostenemos claros límites morales en contra de la práctica de conductas homosexuales, pero por otro lado nos guiamos por la ley del amor que nos indica a no hacer nada por despecho con el fin de dañar a las parejas homosexuales, incluso al no estar de acuerdo, por razones morales, con su estilo de vida. 

Es posible que no queramos reconocer el matrimonio entre homosexuales, pero de hecho existen parejas homosexuales. Por desgracia, en el debate actual, la única forma de apoyar el matrimonio tradicional significa ubicarnos en la posición de votar a favor de medidas que serán percibidas como perjudiciales para otros. Esto significa, a mi juicio, que tenemos que ser muy cuidadosos acerca de cómo discutimos esto para

no dar ninguna razón para que los cristianos seamos calificados como promotores del odio o de la indiferencia. Nuestra posición y las acciones en esta materia no deben estar motivadas por un deseo de dañar a nadie. Y si nuestra posición o acciones acaban perjudicando a los demás, no debemos levantar nuestro puño triunfante en el aire, sino que debemos, con humildad, reconocer que la política en un sociedad pluralista es un negocio sucio.

He aquí parte de una declaración que junto a otro pastor hemos reflexionado:

"Como ciudadanos de una democracia es nuestro derecho y nuestra responsabilidad apoyar aquellas leyes que funcionan por el bien de todos. Como ciudadanos cristianos esto significa particularmente, que cuando hacemos decisiones políticas las hacemos con el fin de apoyar el más alto bien para la mayoría de los personas. No podemos ser egoístas en nuestras vidas personales. De alguna manera dejamos de ser egoístas en nuestra política pública. Esto supone una carga especial sobre los cristianos que deseen participar inteligentemente en la vida pública. Tratamos de educarnos a nosotros mismos, sopesar los problemas, actuar con humildad y con especial cuidado hacia las personas cuyas necesidades y puntos de vista son muy diferentes a los nuestros."

Algunos de los pastores hemos estado hablando de esto y estamos de acuerdo en que lo más importante que la iglesia puede hacer es continuar siendo la iglesia. Nosotros vamos a seguir enseñando la verdad, proclamando la buena nueva y viviendo como una comunidad especial del reino de Dios. Somos llamados a enviar al pueblo de Dios al mundo, para que que sea sal y luz en todas las formas que lo puedan hacer. Algunos oran con valentía. Otros sirven calladamente, pero con consistencia. Algunos entrarán a la palestra de la política o a la plaza pública. Sin embargo, como iglesia, nuestra principal contribución no será lograr imponer el reino de Dios a través de un régimen político o de mandatos legales. Esto no quiere decir que debamos ignorar esas cosas, es sólo para recordar que nuestra mejor inversión está en el Evangelio, que es el verdadero poder de Dios para la salvación. 

Es posible que nunca logremos que todo el mundo "actúe como" cristianos y observen la moralidad que los cristianos defienden. Ese no es nuestro mandato. Nuestro mandato es hacer más y mejores discípulos, y la forma de hacerlo es seguir siendo la iglesia.

Lo que me molesta es que el Gobierno crea tener la autoridad de redefinir el matrimonio. No es el asunto del homosexualismo lo que me molesta, sino el gobierno que interviene con arrogante presunción creyendo que podría "redefinir" algo que no le pertenece. Abraham Lincoln dijo: "Si a una pata yo le llamo cola, ¿Cuántas patas tiene un perro?", alguien responderá, "¿Cinco? ". "No, el perro todavía sólo tiene cuatro patas. Llamar a una pata “cola” no hace que la pata se transforme en cola".  

El matrimonio es, por definición, la unión entre un hombre y una mujer. Si digo que quiero tener cuatro personas que se unan en una especie de relación especial, tenemos la libertad para hacer eso. Pero también sería necesario inventar un nombre diferente para ese tipo de unión. 

El matrimonio es más grande que el gobierno, es una institución social ordenada por Dios en donde el gobierno intervino para regularlo. Las regulaciones son una cosa; las redefiniciones son otra. Si la FIFA resuelve cambiar algunas reglas del fútbol, como por ejemplo que los penales sean lanzados desde el área grande enfrentando al portero y al jugador como en un ataque regular, entonces eso sería cambiar el reglamento. A algunos no nos gustan los cambios, pero aún así seguirá siendo fútbol. Pero imagínese si la FIFA dice: "De ahora en adelante el fútbol se jugará con una red en el medio campo y todos los jugadores usarán zapatos de golf”. Incluso si eso se hiciera una ley, muchos se resistirían y estarían en su derecho. Simplemente la FIFA no puede redefinir el fútbol.  Así mismo tampoco es la labor del gobierno pretender redefinir el matrimonio. De hecho, nunca lo podrá hacer. Si los gobiernos aprueban ese tipo de leyes, a lo sumo cambiará lo que ese gobierno reconoce como "matrimonio". Pero el matrimonio seguirá siendo lo que es, al igual que el fútbol siempre será siempre un juego con un balón, 11 jugadores por lado y dos porterías para marcar los goles. El hecho de que haya otros juegos que se hacen populares no quiere decir que cambiará la definición del fútbol para incluirlos. 

Me gustaría que hubiera una manera de estar en contra de redefinir el matrimonio sin que los que desean las uniones del mismo sexo me perciban como odioso.

En un tema como este debemos encontrar el equilibrio entre la verdad y el amor. Leí un artículo sobre este tema que habla de lo amoroso que debemos ser sobre esta materia, pero carecía de un fundamento bíblico y, por lo tanto, era una perspectiva equivocada. En el otro extremo, fui testigo de una entrevista de televisión horrible con una mujer que dice representar a Dios y a una iglesia. Ella insistió en un discurso de odio y condena basado en la verdad de la Biblia. No podía estar más en desacuerdo. Aunque hubiera un grano de la verdad en lo que ella decía, el amor brillaba por su ausencia, por lo cual no valía la pena escucharla. La verdad sin amor no es la verdad bíblica. El amor sin verdad no es el amor bíblico. Independientemente de sus opiniones o acciones, si no tiene la verdad de Dios y el amor de Cristo, entonces sus acciones no están en armonía con el Espíritu de Dios.

Ore, actúe, ame. Hay mucho en juego y, sin embargo, no es necesario ponerse nervioso. Con esto quiero decir que no debemos pasar por alto estos importantes

asuntos. Si lo desea, llame a sus representantes en el parlamento para que escuchen su opinión. He alentado a mis parlamentarios a votar en contra de la redefinición del

matrimonio con parejas del mismo sexo. Puede haber otras acciones que Dios le dirija a hacer. Pero sobre todo, creo que tenemos que orar y amar. Ore para que Dios siga trabajando en este tema, en nuestra iglesia, en nuestras vidas, en nuestra nación y en el mundo. Y actuemos con la dirección de Dios. 

Sospecho que en los próximos días, tendremos una gran oportunidad para

mostrar un amor fuera de lo común a la gente. ¿Está usted listo? "En esto conocerán que son mis discípulos: " dijo Jesús,"si se aman entre ustedes”. "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús". (Colosenses 3:17).