Monday, January 07, 2013

El Kabritico: una introducción al Apocalipsis.



Un tema que siempre me ha llamado la atención es el de los judíos expulsados de España en el año 1492. Hace algunos días estaba leyendo en el periódico un artículo acerca de los diferentes dialectos españoles y entre ellos se mencionaba al ladino o judeo español. Comencé a buscar más información en la internet y me encontré con una famosa y antigua canción en ese idioma titulada “El Kabritico” (El cabrito, en español). Al escucharla me pareció que tenía alguna conexión con una canción infantil que les gustaba mucho a mis hijos, “La Chivita”, y al escucharla con detención me di cuenta que tienen las mismas raíces y comparten la historia de cientos de años.
La canción del “Kabritico” la cantan los judíos en la celebración de su Pascua. La original se canta en arameo y se llama Jad Gadya. Es un canto didáctico y aquí les transcribo la letra:
Un kavritiko
ke lo merkó mi padre…
Por dos levanim, por dos levanim.
Vino el gato,
i se comió al kavritiko,
ke lo merkó mi padre…
Por dos levanim, por dos levanim.
Vino el perro i modrió al gato,
ke se comió al kavritiko,
ke lo merkó mi padre…
Por dos levanim, por dos levanim.
(Se sigue agregando...)
Vino el palo i ajarvó (golpeó) al perro... 
Vino el fuego ke kemó al palo,
Vino la agua, i amató (apagó) al fuego, 
Vino el buey i se bevió la agua, 
Vino el shohet (matancero), i degoyó al buey, 
Vino el Mal’ah ha-Mavet (Ángel de la muerte),
Vino El Santo bendicho… (Dios).
A simple vista esta canción pareciera un simple juego de niños para divertirse y memorizar. Así por lo menos pensamos de la canción en español La chivita: “Sal de ahí chivita, chivita, sal de ahí de ese lugar”. Y para no aburrirlos, aquí les transcribo la canción completa ya en su última estrofa:

Vamos a llamar a Dios
para que se lleve al ángel.
Dios no quiere llevarse al ángel,
el ángel no quiere llevarse al diablo,
el diablo no quiere llevarse a la suegra,
la suegra no quiere llevarse al hombre,
el hombre no quiere llevarse el tubo,
el tubo no quiere llevarse el agua,
el agua no quiere apagar al fuego,
el fuego no quiere quemar al palo,
el palo no quiere pegarle al lobo,
el lobo no quiere sacar a la Chiva, 
y la chiva no quiere salir de ahí.
¡Sal de ahí chivita, chivita,
sal de ahí de ese lugar!

Al comparar las dos canciones nos damos cuenta que El Kabritico está escrita en un sentido positivo, ya que todos hicieron lo que tenían que hacer. El perro mordió, el palo pegó, el fuego quemó, etc. En cambio en La Chivita, nadie quiere hacer nada, ni siquiera Dios.
Ahora pasemos del sentido figurado a lo que realmente quiere decir la canción del Kabritico. Cuando los judíos cantan esta canción en la cena de la Pascua lo que realmente están haciendo es transmitir a sus hijos la historia de persecución del pueblo hebreo. Todos los nombrados en la canción, con excepción de Dios, representan algo.
El kabritico representa al pueblo de Israel.
El padre representa a Dios que “merkó” o compró a Israel por dos monedas.
Las dos monedas representan las dos tablas de la ley de Moisés.
Luego, el gato, el perro, el palo, el fuego, el agua, el buey, el matarife y el ángel de la muerte (8 en total) representan los imperios que han perseguido al pueblo hebreo en toda su historia.
Finalmente el clímax de la canción presenta al Santo Bendito, Dios mismo, que mata al ángel de la muerte y termina así la persecución del pueblo de Dios.
¿Qué tiene que ver esta canción con el Apocalipsis?
Tiene mucho que ver, ya que el motivo del Kabritiko lo mismo que del Apocalipsis es transmitir la gran verdad de que al final de los tiempos Dios vencerá y su pueblo descansará con él.
Lo otro que tienen en común son los símbolos. El Kabritico no nombra a los perseguidores de Israel por nombre, no convenía, era peligroso. Por eso que los representa con animales (gato, perro y buey), con objetos (palo, fuego y agua), con un hombre (el degollador) y con seres espirituales (el ángel de la muerte y Dios mismo).  Lo mismo el Apocalipsis, no presenta por su nombre al César, al Imperio, al ejército romano, sino que los oculta en símbolos: el dragón, la ramera, las bestias, los cuernos, las cabezas, etc.  
En el caso del Jad Gadya, Miguel Zavala Mujica dice “cierta interpretación hace corresponder al gato con los asirios; al perro, con los babilonios; al palo, con los persas; al fuego, con los macedonios; al agua, con los romanos; al buey, con los sarracenos; al shojet o matarife, con los cruzados; al Malaj ha-Mavet (Ángel de la Muerte), con los turcos; y al final, Dios envía de nuevo a los judíos a su tierra”.
Es difícil dar una interpretación segura a cada uno de estos símbolos. En el caso del Kabritico, se presentan simbólicamente ocho imperios o naciones. Algunos intérpretes comienzan con Egipto y ya la cuenta no funciona, pues además faltan los nazis al final, que a mi modo de ver fueron los peores perseguidores de Israel.
La misma dificultad que tenemos para decifrar este sencillo canto la tenemos para interpretar el Apocalipsis, como ustedes ya lo han de saber.
Sugiero que nos aproximemos a Apocalipsis con el fin de entender primeramente el texto mismo. No es bueno entrar a estudiar el libro con nuestras ideas escatológicas que ya hemos asumido.
Para darles un ejemplo de esta tarea, tomemos el texto del Kabritico y nos vamos a dar cuenta que, aunque lo entendemos en español, el idioma no es nuestro propio idioma, sino un dialecto del castellano. Fíjense que en vez de la “y griega” usa la “i latina”; en vez de usar la “c” usa la “k”, quizás por influencia del turco. Debemos entender que el ladino tiene raíces en el español medieval de España, por lo tanto ha mantenido palabras que para nosotros son arcaicas o tienen otra ortografía. Por ejemplo “mercar”, por comerciar o vender; bevió, degoyó y bendicho. También hay palabras hebreas: levanim, avarjó, shohet, Mal’ah ha-Mavet.
Ahora fíjense en el mal resultado que podríamos tener al no tomar en cuenta el texto y la cultura. Que tal si yo trato de interpretar el Kabritico a la cultura mexicana y escribo:
Una chiva que me compró mi jefe
con su propia lana.
Y vino la gata y se comió a la chiva.
Y vino el perro y mordió a la gata..
Y vino el palo, el fuego, el agua, el güey, el carnicero, el chamuco, el Caballero de Arriba.
Es un buen intento, pero vean en los problemas que nos metemos para explicar que Chiva también puede significar: una borrachera, una barba en el mentón, una excusa (en Chile), un bulto (en México) y si le agregamos “cuernos de chiva”, es una ametralladora AK-47, o si nos referimos a las Chivas de Guadalajara, es un equipo de fútbol.
“Jefe”, en este caso no es el que manda, sino el padre. Y no es que el padre sea una oveja que tiene lana, sino un señor que tiene dinero. ¿Qué tal si alguien interpreta gata como la sirvienta de la casa? Así es como se les dice despectivamente en México. O quizás alguien querrá decir que “perro” es un policía que se comió a la sirvienta. Y sobre la palabra “güey” mejor dejo que la Real Academia de la Lengua la defina: “adjetivo mexicano para referirse a una persona tonta o para dirigirse a alguien que ha tropezado. Cuando se usa como insulto, en el léxico inculto, "güey" es una desviación lingüística de buey”. 
Finalmente tendríamos que explicar que “chamuco” es el diablo y que algunos se refieren a Dios como “El caballero de arriba”.
Con estos pensamientos, que hasta chistosos parecen, les quiero ayudar a aproximarse a Apocalipsis primeramente entendiendo el texto original, sin apresurarnos a imponer nuestras interpretaciones. No es bueno ni sano que de una vez decidamos que el Anticristo es el príncipe Carlos del Reino Unido, que la Gran Ramera es la Iglesia Católica, que la mujer que dio a luz es la Virgen María y que las dos grandes alas de águila son los Estados Unidos. Si usted quiere llegar a esas conclusiones está en plena libertad, pero antes tiene que ser responsable para entender el texto original y lo que los lectores originales entendieron de él.
Quizás El Kabritiko es solamente una canción divertida y reconfortante sin necesidad de quebrarnos la cabeza con ella. Quizás el libro de Apocalipsis es un mensaje del cual no tenemos que intentar decifrar hasta el último detalle. Quizás el libro es una caricatura cósmica que nos ayuda a crecer en nuestra fe y esperanza de que al final de los tiempos Cristo será el vencedor y su pueblo reinará con él. Lo demás es pura conjetura. Ahora, si tú quieres complicarte con el Apocalipsis, estás en tu derecho.