Wednesday, June 02, 2021

El matrimonio igualitario en discusión.

 En su última cuenta anual el presidente Piñera anunció su apoyo a la aprobación del matrimonio igualitario. Ya comenzó la batalla de las declaraciones de los políticos, a favor y en contra, y obviamente la voz de los diferentes credos se ha vuelto a oír. 

    Nos toca, como cristianos, determinar cómo nos comportaremos en esta discusión. Mi aporte es el siguiente: un artículo del Pastor Benjamín Cachiaras adaptado a la cultura hispana. Que al leerlo usted sea tan bendecido como lo fui yo.

EL MATRIMONIO IGUALITARIO EN DISCUSION, Ben Cachiaras.


El panorama en nuestra sociedad ha cambiado. Las últimas encuestas confirman lo que ya sabemos - que un número cada vez mayor de personas están dispuestas a reconocer las uniones homosexuales. Se trata de una realidad cada vez más latente en la cultura en que vivimos. Por lo tanto este debate era inevitable.

Algunos quieren ver esto simplísticamente, a ver si nos declaramos "a favor” o "en contra" del homosexualismo. No es tan simple la cosa. Un aspecto en el meollo de este asunto es analizar si a las parejas homosexuales se les deben conceder privilegios civiles o darles protección legal de la manera que la tienen las parejas heterosexuales. Los cristianos sienten la responsabilidad de defender el matrimonio y argumentar en contra de las uniones del mismo sexo, sólo para darse cuenta de que argumentar en contra del matrimonio gay lleva a negar la protección civil del estado sobre ellos y sus hijos. 

La gente como nosotros nos
encontramos en una situación complicada ya que por un lado sostenemos claros límites morales en contra de la práctica de conductas homosexuales, pero por otro lado nos guiamos por la ley del amor que nos indica a no hacer nada por despecho con el fin de dañar a las parejas homosexuales, incluso al no estar de acuerdo, por razones morales, con su estilo de vida. 

Es posible que no queramos reconocer el matrimonio entre homosexuales, pero de hecho existen parejas homosexuales. Por desgracia, en el debate actual, la única forma de apoyar el matrimonio tradicional significa ubicarnos en la posición de votar a favor de medidas que serán percibidas como perjudiciales para otros. Esto significa, a mi juicio, que tenemos que ser muy cuidadosos acerca de cómo discutimos esto para

no dar ninguna razón para que los cristianos seamos calificados como promotores del odio o de la indiferencia. Nuestra posición y las acciones en esta materia no deben estar motivadas por un deseo de dañar a nadie. Y si nuestra posición o acciones acaban perjudicando a los demás, no debemos levantar nuestro puño triunfante en el aire, sino que debemos, con humildad, reconocer que la política en un sociedad pluralista es un negocio sucio.

He aquí parte de una declaración que junto a otro pastor hemos reflexionado:

"Como ciudadanos de una democracia es nuestro derecho y nuestra responsabilidad apoyar aquellas leyes que funcionan por el bien de todos. Como ciudadanos cristianos esto significa particularmente, que cuando hacemos decisiones políticas las hacemos con el fin de apoyar el más alto bien para la mayoría de los personas. No podemos ser egoístas en nuestras vidas personales. De alguna manera dejamos de ser egoístas en nuestra política pública. Esto supone una carga especial sobre los cristianos que deseen participar inteligentemente en la vida pública. Tratamos de educarnos a nosotros mismos, sopesar los problemas, actuar con humildad y con especial cuidado hacia las personas cuyas necesidades y puntos de vista son muy diferentes a los nuestros."

Algunos de los pastores hemos estado hablando de esto y estamos de acuerdo en que lo más importante que la iglesia puede hacer es continuar siendo la iglesia. Nosotros vamos a seguir enseñando la verdad, proclamando la buena nueva y viviendo como una comunidad especial del reino de Dios. Somos llamados a enviar al pueblo de Dios al mundo, para que que sea sal y luz en todas las formas que lo puedan hacer. Algunos oran con valentía. Otros sirven calladamente, pero con consistencia. Algunos entrarán a la palestra de la política o a la plaza pública. Sin embargo, como iglesia, nuestra principal contribución no será lograr imponer el reino de Dios a través de un régimen político o de mandatos legales. Esto no quiere decir que debamos ignorar esas cosas, es sólo para recordar que nuestra mejor inversión está en el Evangelio, que es el verdadero poder de Dios para la salvación. 

Es posible que nunca logremos que todo el mundo "actúe como" cristianos y observen la moralidad que los cristianos defienden. Ese no es nuestro mandato. Nuestro mandato es hacer más y mejores discípulos, y la forma de hacerlo es seguir siendo la iglesia.

Lo que me molesta es que el Gobierno crea tener la autoridad de redefinir el matrimonio. No es el asunto del homosexualismo lo que me molesta, sino el gobierno que interviene con arrogante presunción creyendo que podría "redefinir" algo que no le pertenece. Abraham Lincoln dijo: "Si a una pata yo le llamo cola, ¿Cuántas patas tiene un perro?", alguien responderá, "¿Cinco? ". "No, el perro todavía sólo tiene cuatro patas. Llamar a una pata “cola” no hace que la pata se transforme en cola".  

El matrimonio es, por definición, la unión entre un hombre y una mujer. Si digo que quiero tener cuatro personas que se unan en una especie de relación especial, tenemos la libertad para hacer eso. Pero también sería necesario inventar un nombre diferente para ese tipo de unión. 

El matrimonio es más grande que el gobierno, es una institución social ordenada por Dios en donde el gobierno intervino para regularlo. Las regulaciones son una cosa; las redefiniciones son otra. Si la FIFA resuelve cambiar algunas reglas del fútbol, como por ejemplo que los penales sean lanzados desde el área grande enfrentando al portero y al jugador como en un ataque regular, entonces eso sería cambiar el reglamento. A algunos no nos gustan los cambios, pero aún así seguirá siendo fútbol. Pero imagínese si la FIFA dice: "De ahora en adelante el fútbol se jugará con una red en el medio campo y todos los jugadores usarán zapatos de golf”. Incluso si eso se hiciera una ley, muchos se resistirían y estarían en su derecho. Simplemente la FIFA no puede redefinir el fútbol.  Así mismo tampoco es la labor del gobierno pretender redefinir el matrimonio. De hecho, nunca lo podrá hacer. Si los gobiernos aprueban ese tipo de leyes, a lo sumo cambiará lo que ese gobierno reconoce como "matrimonio". Pero el matrimonio seguirá siendo lo que es, al igual que el fútbol siempre será siempre un juego con un balón, 11 jugadores por lado y dos porterías para marcar los goles. El hecho de que haya otros juegos que se hacen populares no quiere decir que cambiará la definición del fútbol para incluirlos. 

Me gustaría que hubiera una manera de estar en contra de redefinir el matrimonio sin que los que desean las uniones del mismo sexo me perciban como odioso.

En un tema como este debemos encontrar el equilibrio entre la verdad y el amor. Leí un artículo sobre este tema que habla de lo amoroso que debemos ser sobre esta materia, pero carecía de un fundamento bíblico y, por lo tanto, era una perspectiva equivocada. En el otro extremo, fui testigo de una entrevista de televisión horrible con una mujer que dice representar a Dios y a una iglesia. Ella insistió en un discurso de odio y condena basado en la verdad de la Biblia. No podía estar más en desacuerdo. Aunque hubiera un grano de la verdad en lo que ella decía, el amor brillaba por su ausencia, por lo cual no valía la pena escucharla. La verdad sin amor no es la verdad bíblica. El amor sin verdad no es el amor bíblico. Independientemente de sus opiniones o acciones, si no tiene la verdad de Dios y el amor de Cristo, entonces sus acciones no están en armonía con el Espíritu de Dios.

Ore, actúe, ame. Hay mucho en juego y, sin embargo, no es necesario ponerse nervioso. Con esto quiero decir que no debemos pasar por alto estos importantes

asuntos. Si lo desea, llame a sus representantes en el parlamento para que escuchen su opinión. He alentado a mis parlamentarios a votar en contra de la redefinición del

matrimonio con parejas del mismo sexo. Puede haber otras acciones que Dios le dirija a hacer. Pero sobre todo, creo que tenemos que orar y amar. Ore para que Dios siga trabajando en este tema, en nuestra iglesia, en nuestras vidas, en nuestra nación y en el mundo. Y actuemos con la dirección de Dios. 

Sospecho que en los próximos días, tendremos una gran oportunidad para

mostrar un amor fuera de lo común a la gente. ¿Está usted listo? "En esto conocerán que son mis discípulos: " dijo Jesús,"si se aman entre ustedes”. "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús". (Colosenses 3:17).

Sunday, May 31, 2020

¡No puedo respirar!

¿Quién podría decir eso hoy en día con mucha razón?: alguien que esté afectado con el corona virus y un hombre a quien un policía le presione el cuello con su rodilla impidiendo su respiración.
El acto con el cual el Creador nos dio vida fue moldearnos del barro, e insuflar en el ser humano aliento de vida. “Dios el Señor formó al hombre, e infundió en su nariz aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser con vida”.
La primera señal de vida que da un bebé es inflar sus pulmones de aire y lanzar un llanto que anuncia vida. La última señal de vida se denomina “el último aliento”, expirar. Jesús en la cruz supo muy bien eso de ¡no puedo respirar! La cruel crucifixión hacía extremadamente dificultoso respirar. Jesús terminó esa agonía diciendo “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Y después de haber dicho esto, expiró”.
La misma Palabra para “espíritu” se traduce como aire o viento.
Hoy esa dificultad de respirar tiene rostros: todos aquellos que han sufrido y sufrirán el contagio del Covid 19. Y George Floyd, el rostro más visible del abuso.
Esos dos conceptos podríamos resumirlos en enfermedad y pecado. Ambas nos conducen a la muerte. Hoy el coronavirus es el ejemplo más latente de lo dañina que es la enfermedad, cualquier enfermedad. Hoy la muerte de George Floyd es el ejemplo máximo del pecado, la injusticia y la opresión, aunque esté disfrazado de orden y de ley.
En la cruz el poder del bien y del mal se enfrentaron. La vida y la muerte se vieron las caras. Triunfó la vida en Cristo.
Al aparecerse resucitado a sus discípulos sopló y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”. El Señor resucitado trajo una bocanada de viento fresco, aire de vida, desde el Sheol. Jesús no volvió a la vida trayendo el orden y la ley para ajusticiar a los malvados aplastando su rodilla sobre el cuello de los pecadores. Vino desde la muerte, lleno de amor, soplando aliento de vida.
Hoy celebramos Pentecostés, el día anunciado por el Mesías como el momento que recibiríamos poder. Derramó su Espíritu, su aire, su viento, su brisa, desde lo alto para infundirnos vida e investirnos de poder para ser sus testigos, y proclamar la buena noticia de Jesús, en todos los idiomas habidos y por haber.
Nosotros, como en la visión que Ezequiel vio en el valle de los huesos secos, recibimos vida. Ahora ¡podemos respirar!
“Háblale y dile que así ha dicho Dios el Señor: “Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, para que cobren vida.”» Yo profeticé, tal y como se me ordenó, y el espíritu entró en ellos y cobraron vida, y se pusieron de pie. Eran un ejército bastante numeroso”.
Dios tiene un ejército bastante numeroso sobre la tierra que no usa armas mortales, sino que transporta el viento, el aire, el Espíritu de vida que en sus alas trae salud y salvación. ¡Animo, hermanos! Animo viene de “ánima”, la cual viene de “aire, espíritu”. El ánimo que recibimos viene del Espíritu Santo que nos habita,
He dirigido oraciones vespertinas durante la pandemia. En las últimas semanas he hecho un gran esfuerzo en llevar a la gente al silencio, a la calma y a la paz que se logra al orar y contemplar el rostro del Señor. He insistido que es casi nada lo que podemos controlar en esta vida. Lo mínimo que podemos es controlar los movimientos del cuerpo para estarnos tranquilos en la presencia del Señor, y lo otro que podemos controlar es la respiración. Les he dirigido a enfocarse en ese sentido, controlando la respiración, inspirar, sin apuro, y decir “tú en mí, Señor”, y al expirar decir “yo en ti”. En todo el proceso hacer conciencia en la verdad que Dios nos habita corporalmente a través de su Espíritu Santo, pues somos su templo.
Y de repente llega el maldito virus o irrumpe la rodilla de un policía abusivo sobre el cuello de un hombre el cual grita, junto a todos los enfermos ¡No puedo respirar! ¡No puedo controlar ni siquiera el aire que entra o sale de mis pulmones!
Esa es la triste realidad del mundo caído.
Nosotros, mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, ofreceremos nuestras vidas para la salvación de todos los hombres. Denunciaremos y renunciaremos a la impiedad y viviremos sobria, justa y piadosamente.
Es posible que mientras esperamos su venida, los poderes de este mundo nos quieran someter aplastando nuestro cuello con su rodilla y matándonos con enfermedades diversas. Sin embargo, nos fortalecemos en la bendita esperanza del día en que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.
Hoy, en la oración vespertina, cuando hagamos el ejercicio de calmarnos y contemplar el rostro del Señor, guardaremos silencio durante ocho minutos y respiraremos en calma mirando el rostro del Señor y trayendo a su memoria a George Floyd y a todos los que padecen dificultad respiratoria rogando que el Espíritu sople vida sobre la humanidad.
“Reciban el Espíritu Santo”.

Tuesday, November 20, 2018

El amor de Dios: un río de fuego.


La única disposición de Dios hacia nosotros es el amor. Su amor es como un río de fuego. Cuando estoy de frente a ese río y me abro a su amor, el fuego de Dios me ilumina, me libera, me purifica y me reviste de fuerza y de poder.
Al contrario, al dar la espalda a Dios, su río de fuego de amor lo experimento como ira, juicio y muerte. Dios no ha cambiado, él es inmutable y su única disposición hacia la humanidad es el amor. Ese fuego lo experimento como salvación, o como juicio, según yo lo reciba o lo rechace.
Algunos nos volvemos inconscientes de esto, no porque estemos de cara o de espalda al río de fuego, sino porque estamos rodeados de barreras mentales que nos impiden entender esta verdad.
En un cuarto oscuro frente a la luz que procede de la llama de una vela, con ojos abiertos me siento atraído, "deslumbrado" por la belleza del color y el movimiento de la llama. Sin embargo, al cerrar los ojos, quedo en completo aislamiento e ignorancia de esa luz. Al entre abrir los ojos apenas percibo la silueta de la llama difusa por efecto de la barrera de mis pestañas, y mientras no abra totalmente los ojos no podré experimentar el milagro de la luz.
En mis conversaciones espirituales me he encontrado con muchos que no están experimentando el río del fuego del amor de Dios en plenitud, pero tampoco le han dado la espalda en rebeldía experimentando el fuego del juicio de Dios. Lo que discierno en ellos es un letargo, una cerrada de ojos ante la llama del amor de Dios. Ese letargo, ese aislamiento, esa implosión cercana a la depresión, es producto de la obra sigilosa de satán, el acusador, el adversario, el distractor que poco a poco va recogiendo, desde nuestra infancia, los despojos, las tristezas, los abusos, las injusticias, los temores, las rabias, las dudas, los fracasos y los pecados cometidos reciclándolos como materiales de desecho y construyendo con ellos un muro, una fortaleza, que, poco a poco va creciendo, como un lúgubre edificio que paulatinamente nos tapa la vista al mar y a la maravillosa visión del Sol Poniente.
El dios de este este siglo les ha cegado el entendimiento para que no resplandezca en ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo.
Esos muros espirituales construidos durante toda nuestra vida en los vericuetos más intrincados de nuestra mente, pueden ser derribados con las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas. Esos "muros de Berlín" de la psiquis, esas fronteras de hormigón armado alrededor de nuestra conciencia, pueden ser derribadas en un segundo por las armas poderosas de Dios. Pero para Dios el tiempo no es esencial, quizás él quiera hacerlo lentamente quemando de a poco la madera, el heno y la hojarasca. Esos inútiles  materiales se aniquilarán ante el río de fuego del amor de Dios. En cambio, quedará de pie eternamente en nosotros la sólida y permanente construcción de oro, plata y piedras preciosas purificadas por ese mismo fuego de amor.
La vida es dura, en el proceso se sufrirá pérdida, pero nos salvaremos como quien escapa del fuego.

Padre de amor: te pido que en tu infinita misericordia destruyas las falsas y perversas construcciones mentales que el diablo ha estado construyendo en la humanidad, y especialmente en aquellos que conozco y con los cuales me relaciono. Trasládalos de la esclavitud de sus pensamientos equivocados a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Ayúdame en mi servicio a tu reino a usar tus poderosas armas para lograr desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, para que todos podamos contemplar, con ojos bien abiertos, el río de fuego del amor de Dios. Te lo pido, Padre, en el nombre de tu hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Monday, February 22, 2016

"Resucitado" - La Película

He visto dos cosas irreconciliables: 
Un hombre muerto sin la menor duda, 
y ese mismo hombre vivo otra vez. 
- Clavius-

Vi la película "Resucitado". Es ahí donde el tribuno Clavius escribe en una carta la cita que puse al inicio.
No necesito poner aquí una “alerta de la trama”, porque si usted ha leído el evangelio ya sabe el final de la película. En resumen, el tribuno Clavius es testigo de la muerte de Jesús en la cruz el viernes. Él mismo es el encargado de sellar la tumba el día sábado y dejar dos soldados para resguardarla. A él también se le encarga la labor de recuperar el cuerpo robado del que sus discípulos dicen que resucitó el día domingo. ¡Qué maravilloso fin de semana!
Una advertencia: la película es inspiración del director Kevin Reynolds, hijo de un ex rector de la Universidad Baylor, que por muy cristiano que sea el director, su película no es inspirada por el Espíritu Santo. Así es que deben ser pacientes y tolerantes con la creación artística que se permite Hollywood.
Pues bien, Clavius, en su investigación, llega a ver a Jesús resucitado cuando éste está con sus discípulos feliz de la vida, comiendo y riendo, en el momento que entra Tomás y lo abraza y le toca las heridas en las manos y en el costado. 
Me emocionó ver a un Jesús diferente al que estamos acostumbrado a ver en las películas. Siempre nos lo muestran rubio, de ojos claros, vestido de blanco, casi luminoso, desconectado con su entorno y demasiado sobrenatural, especialmente cuando ya está resucitado con una actitud de “mírame y no me toques” (Es verdad que se lo dijo a la Magdalena, pero también Mateo nos relata que Jesús se apareció a las mujeres quienes se le acercaron y le abrazaron sus pies y lo adoraron).
Cliff Curtis personifica a Jeshua en esta película. El es un actor neozelandés de origen maori. Pasa fácilmente por latinoamericano o por árabe.
El Jesús de “Resucitado” es moreno, su vestimenta tiene los tonos cafés y grises que usaba el normal de los judíos, es un hombre que se caracteriza por su alegría, afabilidad y que come con sus discípulos. Es un Jesús verdaderamente humano.
Lo que más me impactó de la película es la humanidad de Jesús. Me he convencido que ser aprendiz de Jesús tiene como meta llegar a ser “verdaderamente humano”, es decir, verdaderamente como Jesús, ser humano pre-caída, humano en el sentido del origen en el jardín del Edén, hombre y mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, inmortales, sin pecado y con una identidad trabajadora y creativa, así como Dios trabaja y crea.
San Pablo dijo que el postrer Adán, es decir Cristo, se convirtió en el Espíritu que da vida, entonces es por medio de su resurrección que se nos devuelve la vida perdida en el Edén por el primer Adán. De esa manera volvemos al plan original de Dios en Cristo. "Porque yo vivo, ustedes también vivirán". “Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él”.
Cuando Jesús subió al monte Tabor con Pedro, Juan y Santiago, se transfiguró. Muchos eruditos dicen que Jesús en ese momento sublime se quitó el traje de humanidad para refulgir en su traje de divinidad. Otros piensan que lo que realmente reveló Jesús en el monte de la Transfiguración era su verdadera naturaleza humana-divina dándonos a entender que una vez derrotado el pecado y la muerte seremos tal como él es, sin pecado y con vida eterna, como fue Adán en su origen.
Por eso es que la película es tan certera en mostrarnos a un Jesús de vestimenta normal, que abraza con cariño a sus aprendices, que come con ellos y se ríe. El Hijo del Hombre en todo su esplendor.
Me emocionó verlo caminar a la orilla del mar de Tiberias mientras siete de sus discípulos pescaban, o mejor dicho “no pescaban nada”. A su orden echan la red a la derecha y pescan 153 peces y toman desayuno con él en la playa.
Me emocionó ver a Jesús darle pan a un leproso en las inmediaciones, abrazarlo y sanarlo fue toda una muestra de amor. (Esta libertad artística se la tomó el director. El evangelio no nos cuenta que Jesús sanaba después de resucitado. No lo creo imposible. Jesús resucitado no le tiene asco a la carne infectada, ni al alma infectada de pecado. De lo contrario, no se le habría aparecido al pecador Saulo de Tarso).
El tribuno Clavius no podía conciliar algo que él consideraba irreconciliable: haber visto a un hombre muerto sin la menor duda, y haber visto a ese mismo hombre vivo otra vez.
Lo mismo pensaron María Magdalena y las otras mujeres junto a la virgen María. Lo mismo pensaron Cleofas y el otro discípulo camino a Emaús. También lo pensó el hermano del Señor, Jacobo y Saulo de Tarso, y los quinientos anónimos que lo vieron también: un hombre sin duda muerto, ¡un hombre vivo otra vez!
Ningún discípulo de Cristo negó el hecho. “No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, decían. “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida. Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella”. 
No negaron, sino que confesaron. Todos sufrieron persecución, tortura y muerte por ser testigos de la resurrección. Ninguno se “achicopaló” con el fin de salvar su vida. Ninguno reconoció una histeria colectiva ni un conspiración apóstolica. Fueron testigos hasta la muerte.
Después de aparecerse por aquí y por allá durante 40 días en diferentes formas, Jesús asciende al cielo y deja a sus aprendices aquí en la tierra con instrucciones claras de hacer más aprendices y predicar la buena noticia de su reino. ¿Por qué se fue? ¡Tan bien que estábamos! dirán algunos.
Él fue claro en este tema: “Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error”.
Dos mil años después, aquí estamos nosotros, aprendices del Maestro, viviendo la vida que él viviría si estuviera aquí. Nos tiene a nosotros aquí, mientras él está sentado a la derecha del Padre, reinando hasta poner a todos sus enemigos bajo su autoridad.
Aquí estamos, sintiéndonos dichosos, porque a siete días de su resurrección nos mencionó diciendo: “dichosos los que no han visto y sin embargo creen”.
Creo, sí, creo con todo mi corazón, y lo grito con pasión junto al pueblo santo de Dios que ha afirmado por dos mil años:
¡Cristo ha muerto!
¡Cristo ha resucitado!
¡Cristo ha de volver!

Monday, February 15, 2016

Estoy a favor de los toros

Acabo de ver un video en YouTube en donde un grupo antitaurino entra a una plaza de toros en Francia, se sientan en un círculo en la arena y se encadenan a la cintura para protestar en contra de las corridas de toros.
Una vez sentados comienzan a gritar ¡abolición! y luego encienden unas bengalas que expelen humo rojo.
El público taurino reacciona con enojo y algunos bajan a la arena a golpear a los manifestantes. Los catorce minutos que dura el video son angustiantes. Por una lado los que protestan están encadenados, no se pueden parar ni moverse a su antojo. El otro bando, los aficionados a las corridas, los tratan de arrastrar sin éxito, entonces los patean y los abofetean. Un funcionario del lugar usa una manguera que lanza agua a presión para mojar a los manifestantes. Me imagino que esa manguera se usa en contra de los toros en casos de emergencia, o tal vez para lavar la sangre derramada. Mojan con fuerza a la gente y al ver que eso no da resultado acercan el chorro a diez centímetros del cuello de un hombre, le meten la manguera bajo la camisa y lo torturan con agua.

Mientras tanto los enfurecidos espectadores que quieren ver una buena corrida, golpean a los que están infiltrados en las tribunas y les rompen sus carteles. Otros siguen tirando del pelo a las mujeres sentadas en protesta y pateándolas indiscriminadamente por la espalda. Un enfurecido anciano destroza la blusa de una mujer. Ella queda con su espalda descubierta en donde sólo se ve los tirantes de su sostén. El hombre vuelve y agarra los tirantes con violencia, lo cual me imagino ha de presionar dolorosamente los pechos de la mujer, y logra romperlos. La mujer queda con su torso desnudo.
La cosa se calma por un par de minutos pues hay gente que no quiere esa violencia, de hecho algunos toreros entran a la plaza a calmar a los enfurecidos fanáticos.
Finalmente los aficionados a las corridas de toros logran romper las cadenas y comienzan a arrastrar a hombres y mujeres por la puerta de salida, por la misma puerta por donde arrastran los toros muertos, sin olvidarse de regalarles patadas y golpes de manos como despedida.
La expresión de los rostros de los fanáticos taurinos va cambiando y se trasforma en alegría al ver cómo van arrastrando a sus “enemigos” del pelo, de las piernas, de los brazos. En son de burla les sacan los zapatos y los tiran al aire. Finalmente aplauden y cierran las puertas tras los protestantes.
Me defino: Estoy a favor de los toros. Claro, estoy a favor de ellos, quiero que vivan para el propósito que fueron creados, es decir, admirarnos de su belleza y fuerza, reproducirse y deleitarnos con su carne asada y sus pieles para nuestros zapatos, sillones y maletas. Pero no estoy a favor de que los usen para un espectáculo cruento, donde son ellos los que siempre pierden. 
Sin embargo, mi reflexión principal no va por ese lado, sino por el lado de los humanos versus humanos que se enfrentaron en el video.
No pude evitar ayer, durante mi sermón dominical, hacer alusión a este video. Para mí fue una metáfora de la lucha entre la luz y las tinieblas en este escenario cósmico.
El profeta Elías viajó 470 kms a pié (250 millas) desde el Carmelo al monte Horeb. Llegó deprimido porque una mujerzuela llamada Jezabel (¡buuuuu!) le había amenazado de muerte. Cada vez que Dios hablaba con Elías este le respondía “han matado a tus profetas y sólo yo he quedado, y a mí también me quieren matar”.
Pues bien, Dios lo hizo salir de la cueva y habló con él en el susurro apacible de una brisa. Lo más lindo que le dijo fue “vé y unge a Eliseo como tu sucesor”. ¡Qué alegría habrá sentido Elías! Hasta ahora pensaba que era el único y después de él el caos, pero Dios le informa que la mata seguirá dando. Tendría sucesor, no todo terminaría aquí.
Lo segundo que le dijo Dios, y me imagino que de alegría se desmayó Elías, fue: “tengo 7 mil israelitas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado”.
Los que pacíficamente protestaban en la plaza de toros no eran 7 mil, quizás eran 70. Ellos simbolizan a los cristianos del mundo que somos espectáculo público a causa de ser leales, hasta la muerte, a nuestro Señor Jesucristo.
La plaza de toros me recordó el circo romano. El energúmeno que arrastró de los cabellos a la mujer y destrozó su blusa y su brasier me recordó a los soldados que abusaron de Santa Perpetua, una noble mártir cristiana que en el año 203, en la arena del circo en Tunisia (Africa del norte, en donde todavía siguen decapitando a nuestros hermanos cristianos), fue muerta por causa de su fe.
Hoy en día se usan toros bravos para el espectáculo, hace mil ochocientos años se usaban vacas bravísimas. Así relata el “Acta de los Mártires” el ataque de la vaca contra Perpetua: La primera en ser lanzada en alto fue Perpetua, y cayó de espaldas; pero apenas se incorporó sentada, recogiendo la túnica desgarrada, se cubrió la pierna, acordándose antes del pudor que del dolor. Luego, requerida una peineta, se ató los dispersos cabellos, pues no era decente que una mártir sufriera con la cabellera esparcida, para no dar apariencia de luto en el momento de su gloria.
Dirk Willems era un anabaptista perseguido por su fe. Huyó de la cárcel y el guardia lo persiguió. Corrían sobre el hielo de una laguna. Willems había enflaquecido mucho durante el encierro, el guardia estaba bien alimentado y el hielo cedió a su peso. Mientras se hundía pidió auxilio, Willems volvió a rescatar a su perseguidor. Fue apresado otra vez y el 16 de mayo de 1569 fue quemado en la hoguera.
Perpetua, Willems y miles de mártires, o testigos confesores de la fe cristiana, actúan de una manera tan contra corriente, que cuando muestran decoro, paz y perdonan a sus enemigos durante la persecución y la tortura, como lo hizo Nuestro Señor Jesucristo lo mismo que Esteban al ser apedreado, los que tienen el poder y obran con violencia “gritan a voz en cuello, se tapan los oídos y todos a una se abalanzan sobre ellos” (Hch. 7.57).
Los cristianos no entramos al ruedo público de nuestra sociedad a responder con violencia a la violencia institucionalizada de este mundo. La violencia de la guerra, la violencia de la política, la violencia en los deportes no la atacamos con el ojo por ojo y el diente por diente, sino que la anulamos con el amor de Cristo y nos declaramos victoriosos por la sangre de un cordero indefenso. Cuando nos golpean en una mejilla ponemos la otra. Cuando nos maldicen bendecimos. Cuando nos piden la chaqueta también damos la camisa. Cuando nos obligan a llevar carga una milla, la llevamos dos. Preferimos estar encadenados a nuestros hermanos y hermanas en la comunión de los santos, antes de salir por allí como Llaneros Solitarios o como un Quijote a maltratar a medio mundo para imponer nuestras convicciones. Al contrario, preferimos recibir los golpes y las burlas, con el fin de ser los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Cristo nos dio el ejemplo. Fue llevado a la cruz y no respondió con violencia. Al contrario, perdonó a sus verdugos y murió por ellos también. De esa manera desarmó a los poderes y a las potestades, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal. 
El pueblo santo de Dios está en este mundo para imitar al Señor. No estamos aquí para dar recetas políticas ni militares. No estamos aquí para aplaudir la violencia, venga de donde venga. Estamos aquí como anticipo del reino eterno, como fieles seguidores del Príncipe de Paz.
Por esa razón es que cada domingo nos juntamos con el pueblo santo de Dios a participar del pan y del vino, cuerpo y sangre de Cristo. Recordamos el sacrificio del Señor, sacrificio de tortura y de violencia, y a la vez anunciamos la venida victoriosa de su reino de paz.


La iglesia, los 7 mil que no han adorado a los ídolos de este mundo, no tiene poder político. Lo que si tenemos es el misterio de la Eucaristía. Le ofrecemos al mundo el pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo. ¡Eso es más que suficiente!

Sunday, February 07, 2016

Re-enfoque: el carácter, la confianza y la cara

El tiempo de Cuaresma en el mundo cristiano es algo mal entendido y controversial. Mi trasfondo evangélico en Chile despreciaba estas actividades que denominábamos “católicas”. Además, en el hemisferio sur, el tiempo de Cuaresma cae en el medio o el final del verano, por lo tanto era muy impopular dedicar tiempo a la reflexión, al ayuno, a la abstinencia o a la piedad, cuando uno andaba en las playas, o de viaje al carnaval de Río o mirando el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. Así es que el miércoles de cenizas, que marca el inicio de la Cuaresma, pasaba sin pena ni gloria para nosotros.
Para algunos de ustedes que han sido evangélicos toda su vida o por mucho tiempo, observar la Cuaresma es algo nuevo y distinto. Para uds. que han sido católicos quizás todavía tenga algo de significado. Cambia la dieta, come tacos de pescado y sopa de almejas más seguido, pero sin profundizar mucho en la riqueza de la Cuaresma.
Los musulmanes también practican un mes de ayuno y sacrificio que se llama el Ramadán que en cierta manera se parece a la Cuaresma cristiana. No comen ni beben nada durante el día, solamente comen entre la puesta del sol y el amanecer. Tengo amigos que son misioneros en un país musulmán y me dicen que en ese mes todo mundo anda de mal humor, de mal carácter, mal encarados y desconfiados por culpa del ayuno y del sacrificio.
He aquí una profunda definición de la Cuaresma dada por Brian Zahnd: 
La cuaresma es una práctica que nos da espacio para reflexionar.
La cuaresma es una tradición que nos conecta con los ecos del pasado. 
La cuaresma se trata de renunciar a nuestra vida para encontrar la vida de Dios.
La cuaresma se trata de repensar y re-entrar en una historia ancestral.
La cuaresma se trata de Jesús.
Hay tres ideas claves que deseo dejarles con la enseñanza de hoy: el carácter, la confianza y la cara. Tres cosas que queremos cambiar durante la Cuaresma.
¿Para qué ayunar, para qué renunciar a ciertas cosas y actividades? ¿Solamente para demostrar lo disciplinados que somos, lo religiosos que somos, lo santo que somos en comparación a los demás?
No. La razón es hacer un espacio para centrarnos en Dios, hacer un espacio para encontrar la gloria de Dios que nos lleve a cambiar nuestra cara, nuestra confianza y nuestro carácter. 
El tiempo de la Cuaresma nos ayuda a re-enfocarnos, mirar todo de una forma fresca y nítida, con lujo de detalles. Para eso nos servirá el ayuno y la renuncia.
Déjenme contarles una historia: una mañana de día viernes del año 2002 mi hija Paloma se levantó y miró hacia la calle. Asustada por lo que vio fue corriendo al dormitorio nuestro y le dijo a Nona: ¡Mami! ¿qué le pasa a mi papi?- -¿Por qué?- le preguntó Nona. - Es que está parado en el medio de la calle mirando lejos y no se mueve-. -No te preocupes hija- le dijo Nona, - es que ayer en la tarde le hicieron la cirugía a los ojos para su miopía y ya no usa anteojos-.
Yo había usado lentes desde los 19 años hasta los 42. Casi no veía sin anteojos. Cuando me hicieron la cirugía laser, me cambió la vida. Me operaron para re-enfocar mi visión. Por primera vez en muchos años, pude despertar y mirar la hora sin ponerme los anteojos. Luego salí a la calle a recoger el periódico y me emocioné al poder leerlo sin lentes. Luego fui y me paré en el medio de la calle a mirar la avenida, los árboles y las casas tan nítidas y los autos estacionados (era una calle tranquila, sin tráfico). Era una experiencia indescriptible. Parecía un sonámbulo en medio de la calle, por eso Paloma se había asustado.
Estamos viviendo en un mundo que nos ensucia la vista, que nos hace la mirada borrosa, gris e irritada por el smog. Hay mucha basura alrededor, hay mucha niebla espiritual, hay mucha ocasión para el desánimo. Ya no tenemos visión, la esperanza se vuelve desesperanza, el futuro se nos borra del horizonte. Por esa razón es que es tan necesario que Dios nos opere la vista espiritual y logremos re-enfocarnos otra vez en la belleza de Jesucristo y su reino para poder avanzar con optimismo mirando hacia adelante.
Hebreos 12.2  Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Colosenses 3.2 Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Estos textos bíblicos no quieren decir que andemos boquiabiertos mirando el cielo y desconectados con la tierra. Las cosas de arriba son las cosas superiores, los asuntos elevados y sublimes, es decir, los asuntos del reino de Dios. Por contraposición las cosas de la tierra serían las que acabo de mencionar: basura, niebla espiritual, desánimo, materialismo, injusticia, etc. Al concentrarnos en las cosas de arriba hacemos espacio aquí en la tierra para que “venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
Hablaremos ahora de Éxodo 34.
Les explico qué había pasado en el capítulo 32: Moisés había subido al monte Sinaí, había permanecido ahí durante 40 días, había puesto su vista en las cosas de arriba, había tenido un encuentro fabuloso con el Señor. Dios le había dado los diez mandamientos, pero cuando bajó del monte vio al pueblo en una fiesta idólatra adorando a un becerro de oro. Moisés perdió todo lo sublime que traía de allá arriba y se enojó muchísimo y quebró las tablas de la ley, mandó quemar el ídolo, lo hizo cenizas, las esparció sobre las aguas y obligó a la gente a beber esa agua. Ese día murieron tres mil israelitas. Todo quedó fuera de enfoque, desordenado y deprimido. Era necesario re-enfocarse otra vez.
En el capitulo 34 Dios le ordena a Moisés subir al monte Sinaí otra vez. 
vs. 28 Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos. 
La palabra Cuaresma viene del número 40. Moisés fue cuaresmero, estuvo 40 días en el monte en dos ocasiones. Elías fue cuaresmero, (hablaré de él en la próxima enseñanza). Jesús fue cuaresmero, estuvo 40 días en el desierto ayunando. A propósito, en el monte de la Transfiguración aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. Fue una junta de cuaresmeros.
Si usted saca la cuenta, realmente no hay 40 días desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de resurrección, sino 46 días. Pero si descuenta los 6 domingos tendrá exactamente 40 días, ya que la antiquísima tradición cristiana no consideraba los domingos como días de ayuno, sino de celebración. 
Volvamos al Sinaí. En ese largo encuentro de Dios con Moisés, Dios revela asuntos muy claros sobre su carácter:
Ex. 34.6 y 7 El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.
Aquí van las enseñanzas que yo encuentro en este relato:
1- Dios quiere renovar nuestro carácter.
En estos versículos Dios describe cómo es él: clemente, compasivo, lento para la ira, grande en amor, grande en fidelidad, perdonador y justo.
Nosotros los seres humanos somos una mezcla perfecta de humus, es decir "tierra", y el aliento de vida de Dios. Somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Somos socios de Dios aquí en la tierra, somos co-herederos, debemos reinar con Cristo y para eso debemos tener su carácter. Debemos ser clementes, compasivos, lentos para enojarnos, grandes en amor y fidelidad, y justos.
En estas semanas de la Cuaresma, le recomiendo que se analice en cada área de su carácter. Suba al monte con Dios y deje espacio para que él le transforme a la imagen de Jesucristo. Busque el re-enfoque y sea renovado.
Cuando Moisés bajó, en su segundo viaje de 40 días en el monte, se había tornado más clemente (ya no mandó matar a tres mil), más compasivo, más lento para enojarse (ya no quebró las nuevas tablas de piedra), grande en fidelidad y amor, aprendió a perdonar más y a ser justo.

2- Dios quiere renovar nuestra confianza.
Esta es la promesa que le hizo Dios a Moisés: 
Ex. 34.10—Mira el pacto que hago contigo —respondió el Señor —. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el Señor, haré por ti.
Si ud. sigue leyendo el Pentateuco verá las maravillas de Dios con su pueblo. Se alimentaban cada día de una comida celestial llamada maná. Los dirigía una nube durante el día, la cual en la noche se convertía en columna de fuego para abrigarles y darles luz. Durante los cuarenta años de su peregrinaje jamás se les envejeció la ropa ni el calzado. Dios sacaba agua de las rocas para darles. Dios les ayudó a vencer a todos sus enemigos. Dios detuvo el cauce del Jordán para que cruzaran a la Tierra Prometida. 
Hoy nosotros, la iglesia, somos el verdadero Israel, el pueblo de Dios. El Espíritu Santo ha sido derramado en nuestros corazones. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Los milagros todavía suceden. Dios quiere renovar nuestra confianza en él.
Así es que ahora, en esta Cuaresma, desempolve su fe. Pídale a Dios que haga milagros. Tenga confianza en él.
Si ud. lleva mucho tiempo sin ver respuestas a sus oraciones, le aconsejo que haga espacio para que Dios intervenga. Debemos acostumbrarnos a ver la respuesta a nuestras oraciones, no deberíamos sorprendernos de esas respuestas.
Le prediqué el evangelio a una pareja muy necesitada. Comenzaron a venir a la iglesia, se entregaron a Cristo y los bauticé. Él era dueño de camiones y esa semana que fue bautizado le robaron un camión. No tenían mucho conocimiento de la Biblia ni de la oración, pero él entendió que tenía que orar por los alimentos por lo menos. Junto a su esposa y a sus dos hijos adolescentes se tomaron de la mano y dieron gracias por los alimentos y aprovechó de decir “Señor, también te ruego que me ayudes a recuperar el camión que me robaron. Amén”.
No pasaron ni 30 segundos del “amén”, cuando sonó su teléfono celular para informarle que el camión había aparecido sin ningún daño.
Eso, sin duda, renueva nuestra confianza. 
Esto no acontecerá si usted está enfocado en otras cosas. Sólo acontecerá cuando ud. le deje un espacio en su vida para que Dios entre y actúe. Haga espacio cada día en oración. Haga espacio cada semana para venir asistir a los cultos de la iglesia. Dios llenará esos espacios con su presencia, con sanidad, con milagros que ud. no estaba acostumbrado a ver.

 3- Dios quiere renovar nuestra cara (semblante).
Ex. 34.29-35 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele … En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor.
Cuando uno tiene un encuentro cara a cara con Dios las cosas no pueden continuar igual, algo tiene que pasar. Los encuentros con lo sublime y eterno afectan maravillosamente nuestro tiempo y nuestro espacio.
Esto es un proceso, es gradual, y a medida que pasan los días y los años, el cristiano va cambiando su semblante, su rostro, su cara. La gente lo va a notar, la gente lo tiene que notar. 
Proverbios 4.18 La senda de los justos se asemeja
    a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
    hasta que el día alcanza su plenitud
Cuando uno es un cristiano nuevo se viven los primeros albores de la aurora, pero a medida que va en el camino del discipulado su esplendor va en aumento hasta alcanzar su plenitud.
Tenemos un amigo cuya esposa era cristiana, pero él no lo era, y aunque no era opuesto a la fe, era un hombre de gustos y de vocabulario muy mundanos.
Un día le entregó su vida al Señor y lo bauticé. Sin embargo sus malas palabras eran su pan de cada día. Al principio lo encontrábamos chistoso, pero luego nos fastidió y entre los hombres de la iglesia le propusimos ayudarlo a lo que el accedió: la ayuda consistiría en que nos tendría que pagar US$ 5 por cada mala palabra que dijera. Pues bien, creo que le dolió el bolsillo y fue disminuyendo su mal vocabulario. 
De eso han pasado como 12 años, y precisamente dos personas, en el curso de la semana pasada, me mencionaron el tremendo cambio que han visto en todos estos años en nuestro amigo apodado “el filósofo”. El cambio de vida es posible con el Señor.
En los tiempos de Cristo cuando la gente ayunaba ponía cara triste, no se la lavaban, no se peinaban, las mujeres no se maquillaban para que todos supieran que estaban ayunando.
Jesús les dijo: 
Mateo 6.16-18 »Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.
En el tiempo de Cuaresma no le ande diciendo a todo mundo que ud. está ayunando, o que está a dieta, o que está absteniéndose de algo. Que su rostro brille por si solo, como el de Moisés, por estar en la presencia del Señor.
San Pablo nos ordena:
Filipenses 4.4-5 Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca.
Es imposible estar alegre sin que la gente lo note. El rostro nos delata. Por lo tanto expresemos nuestra alegría. Cuando ud. necesita pedirle un favor a un desconocido, ¿no se fija en su rostro primero? ¿no se fija si la persona le sonríe o no? ¿no nota primero que esa es una persona amable?
Al dedicar la Cuaresma al Señor ud. va a sentir alegría. Lo notarán su esposa, sus hijos, sus padres, sus maestros en la escuela, sus jefes. También su amabilidad será evidente a todos. Fíjese que el versículo termina diciendo que “el Señor está cerca”. Esta frase podría tener dos significados: 
1) El Señor ya viene en su segunda venida a la tierra. Si es así, vaya ud. al aeropuerto a mirar los rostros de las personas que están esperando un vuelo. Tienen alegría, son amables, están entusiasmados por la espera. Cristo viene, alégrese en el Señor, que su amabilidad sea evidente a todos.
2) Podría indicar “el Señor está “aquí”, alrededor nuestro. Es crucial que los cristianos dejemos de pensar acerca del reino de Dios como algo etéreo, más allá de las nubes, en localidades espirituales quién sabe donde. Cuando el Señor Jesucristo dijo “el reino de los cielos se ha acercado” quiso decir que él lo trajo y está disponible para nosotros aquí y ahora que ya somos ciudadanos de ese reino. Por lo tanto “el Señor está cerca” nos tiene que transformar el rostro llenándolo de alegría y optimismo.
Romanos 10.7 No digas en tu corazón, “¿Quién subirá al cielo?” (esto es, para hacer descender a Cristo) ni “¿Quién descenderá al abismo?” (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Más bien, ¿qué dice?: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.
Si Cristo vive en tu corazón demuéstralo en tu semblante.
Oremos: Te rogamos, oh Señor, que tú nos des pleno conocimiento de todas tus misericordias para que nuestros corazones sean llenos de pura gratitud y así alabemos tu nombre con nuestros labios y nuestras vidas, entregándonos enteramente a tu servicio, caminando ante ti en santidad y justicia cada día de nuestra vida; te lo rogamos, Padre, mediante Jesucristo nuestro Señor, a quien contigo y el Espíritu Santo sea toda alabanza, gloria y honor por siempre. Amén.

Tuesday, June 16, 2015

Notre Dame, la librería inglesa y un viaje en tren: Diosidencias asombrosas en París

En marzo de 2014 fui invitado a México a ser el intérprete del autor Brian Zahnd para unas charlas que daría a líderes cristianos.
Hubo una charla que me impactó mucho, al punto de temer que mis propias emociones me impidieran seguir traduciendo la historia.
Hoy volví a escuchar el audio y lo he transcrito para compartirlo con ustedes. Esta es la historia que contó Brian Zahnd:
Creo que Jesús es la esperanza del mundo. Hay muchas cosas que están equivocadas en el mundo y si no fuera por mi fe en Cristo no tendría esperanza.
Les voy a contar una historia. Hace 10 años mi vida tomó un rumbo dramático. Muchas cosas cambiaron, entre ellas fue que adquirí un deseo intenso de estudiar filosofía. Quería saber qué era lo que pensaban las grandes mentes de la historia humana.
Leí libros. Lo que les voy a contar es un tema filosófico. No estaba seguro si debía investigar la filosofía porque hay advertencias en la carta a los Colosenses acerca de tener cuidado pues hay filosofías que nos pueden esclavizar. Yo ya estaba capturado por Jesús, nada más me podía cautivar. Yo quería saber cómo pensar bien y saber cómo pensaban otros en el mundo y comencé a estudiar diligentemente.
Leí a un filósofo francés decontructivista llamado Jaques Derrida. Este filósofo podía destruir toda filosofía, era negativo y mostraba que todo estaba mal. 
En octubre de 2004 predicaba yo en una de las iglesias más grandes en París, se llama Carisma Internacional. Había predicando el sábado y el domingo y durante la semana enseñaba en las mañanas en el Colegio Bíblico. Mi esposa y yo teníamos las tardes libres. Una tarde ella estaba cansada y me fui yo solo a visitar la ciudad. Quería ir a una charla que darían en la catedral de Notre Dame. Tomé el tren y en 45 minutos llegué al centro. Como llegué temprano me fui a la famosa librería inglesa “Shakespeare y
compañía” ubicada cerca de Notre Dame, y busqué un libro para leer de vuelta en el tren. Compré El Idiota, de Dostoyevski (el libro que habla acerca de que la belleza salvará al mundo). Era un libro usado de tapa rústica, me costó 10 euros. Comprarlo fue algo raro y extravagante, porque ese libro yo ya lo tenía en el hotel y era una copia de lujo con tapa dura y canto dorado. Lo compré pensando que valdría la pena leer por 45 minutos en el tren de regreso. Compré El Idiota, y El Idiota y yo entramos a la iglesia de Notre Dame. La historia de la catedral fue muy interesante y al final de la presentación, aunque no fue un servicio religioso, incliné mi cabeza y oré: “Dios, úsame más en esta ciudad. Amén”.
Me subí al tren, y en la siguiente estación un hombre asiático se subió y se sentó al frente mío. Lo ignoré, porque estaba sumido en la lectura, pero él me interrumpió y me dijo -es un libro muy interesante el que usted está leyendo-. -¿El idiota?- le pregunté yo, -¿lo conoces?-. El me dijo, -sí, lo estoy leyendo ahora-. Esto era raro y comenzamos una conversación. Se llamaba Yu. En inglés la historia suena chistosa: -Yu y yo comenzamos a conversar-. El me dijo, -¿Sabías que hoy murió Jaques Derrida?-. -Sí- le contesté -lo leí en el periódico-. Hablamos de la filosofía de Derrida y estábamos de acuerdo que su filosofía era buena, pero carecía de toda esperanza. Seguimos hablando de Dostoyevski. Le pregunté a qué se dedicaba. Me dijo que había graduado de la universidad y andaba mochileando por Europa. Había graduado con dos especialidades: ciencias políticas e historia. -Esa es una buena combinación de carreras-, le dije. -La ciencia política estudia cómo nos gobernamos y la historia es el récord de nuestros errores-. Estuvo de acuerdo conmigo. Le pregunté -¿Qué esperanza tienes para el mundo?- y él me dijo, -no abrigo ninguna esperanza-. Le dije que era algo triste que un joven de su edad no tuviera esperanza. Me dijo -escuché que Fiodor Dostoyevski era cristiano, ¿sabes algo acerca de él?-. Le conté la historia interesante de cómo Dostoyevski se había convertido en cristiano. Lo habían arrestado y sentenciado a muerte. El zar le perdonó la vida y a última hora fue enviado a trabajos forzados a Siberia. Allí se le dio un solo libro, el Nuevo Testamento, el cual leyó una y otra vez durante cuatro años de prisión. 
Entonces Yu me preguntó, -¿a qué se dedica usted?-. -Soy pastor-, le contesté, -¡No!- dijo él. Se puso serio y me contó. -Crecí en una iglesia, vengo de una familia cristiana, pero en la preparatoria decidí ser ateo. Y desde entonces he sido ateo. Pero ayer fui a la catedral de Notre Dame solo para ver la arquitectura, pero al entrar en ella miré alrededor y escuché las campanas (Nota del traductor: justo en ese momento en que yo le interpretaba, sonaron las campanas de la iglesia católica al frente del salón en donde estábamos) y supe que había un Dios y supe que estaba equivocado. Traté de orar y le dije a Dios que lo sentía mucho, que estaba arrepentido. Pero pienso que Dios ni siquiera oyó mi oración-. 
Le contesté -¡por supuesto que Dios te escuchó! Recién yo estaba en esa catedral y le pedí a Dios que me usara en esta ciudad, y tú estuviste allí diciéndole a Dios que estabas arrepentido. Dios ha de haber dicho “un momento, puedo responder estas dos oraciones a la vez”, así es que Dios me ha hecho subir a este tren con este libro, que ya lo tengo en mi hotel, y él hizo que tú subieras al tren, que vieras mi libro y él provocó esta conversación. Dios sabía que tú me dirías acerca de tu oración y yo te contaría acerca de mi oración. Dios nos oyó y concertó esta cita-.
Esta es una historia maravillosa. Dios sabía que yo necesitaba haber conocido al filósofo Derrida porque este joven tan talentoso necesitaba respetarme. Yu necesitaba saber que yo sabía de lo que él estaba hablando. No todos deben leer a Derrida, pero algunos deberían hacerlo. Le dije, -Yu, hablemos acerca de Jesús. Me dijiste que no tenías esperanza para el mundo. Dostoyevski pensaba así cuando tenía tu edad, pero encontró esperanza en Jesucristo. No tienes que ser como el filósofo Derrida que no tenía esperanza, sino como nuestro amigo Dostoyevski que tuvo esperanza para el mundo. Tú puedes tener la esperanza que yo tengo, la esperanza en Jesús. ¿Te gustaría que oráramos?- Me dijo que sí. Le animé a leer el evangelio según San Juan para encontrar la esperanza allí. Luego lo toqué y oré para que Jesús se le revelara, lo perdonara y lo salvara. Dije, “amén”, y apenas terminé la oración abrí mis ojos, el tren estaba en mi estación y me despedí rápidamente y bajé del tren. Al estar parado en la plataforma ¡me sentía como un ángel! Cada vez que cuento esta historia la gente me pregunta si le pedí su correo electrónico. Mi respuesta es: “¡los ángeles no andan pidiendo correos electrónicos!”
Yo no sé dónde está Yu hoy. Ni siquiera sé de qué país venía. Pero quizás en Singapur hay un hombre de 32 años que va a una iglesia cristiana, que es muy inteligente, que quizás es profesor universitario y es posible que cuando cuenta su testimonio dice, “cuando yo estaba en París, el mismo día en que murió el filósofo Derrida, me encontré con un ángel en el tren y encontré la esperanza para el mundo”.
Esa es mi historia. 

Cuando estamos abiertos encontramos a las personas correctas. No tenemos que insistir tanto, solamente estar abiertos y decirles lo que sabemos sobre Cristo y él hará el resto. Cuando nos abrimos en oración entonces podremos salir al mundo, no a predicar la Biblia, sino a Cristo. Usamos la Biblia para predicar a Cristo. No probamos la Biblia, predicamos a Cristo y dejamos que la Biblia se pruebe a si misma.