Wednesday, April 12, 2006

Bebe el agua de tu propia cisterna... ¡¡¿Quééé??!!

No me he podido resistir a la tentación de escribir acerca de la orinoterapia. Sí, el acto de tomarse los propios orines con fines terapéuticos. Y escribo esto porque hasta hace algún tiempo me era indiferente el tema, pues allá cada uno con sus costumbres de tomarse los orines o comerse los mocos. Don Francisco recuerdo que una vez entrevistó a un especialista en la "materia" que entre otras cosas decía que un primer ministro de la India se tomaba en ayuno un buen vaso de su tibia y espumante orina.
En el internet hay infinidad de páginas que hablan de esta ancestral costumbre y citan millones de personas que lo hacen. Sin embargo no hay ningún estudio científico que avale la validez de esta terapia. Por el contrario los científicos que hablan seriamente de esta costumbre se refieren a resultados anecdóticos del procedimiento.
La orina es el producto del filtrado de la sangre. Cuando algo se filtra, como por ejemplo el agua de la piscina, en un lado del filtro queda lo desechable y en el otro queda lo útil, lo limpio. En el caso del filtrado de la sangre humana, lo útil, lo limpio retorna al cuerpo, y lo inútil, lo sucio sale por la orina. El riñón filtra y expulsa, como dice un doctor, "el agua, las sales, la glucosa, la urea, el amoníaco y el ácido úrico, sin embargo los glóbulos, las plaquetas, las proteínas y los lípidos de la sangre, debido a su gran tamaño, no pueden atravesar la pared de la cápsula y por lo tanto no se filtran". Un autor que defiende la orinoterapia dice: "contrariamente la orina no es un producto de desecho como se cree, si no más bien se trata de un fluido que contiene sustancias que el cuerpo elimina porque en ese momento no las necesita". Bien, en primer lugar, si el cuerpo desecha la orina tiene que ser un producto de desecho obligatoriamente. Si no la desechara la reabsorvería, y no sería "un producto de desecho". Segundo, dice él, son sustancias que el cuerpo "elimina", es decir "desecha" porque no las necesita. Pregunto: y si el cuerpo no las necesita, ¿por qué la porfía en reabsolverlas? Si Dios ha hecho todo perfecto, ¿por qué ir en contra de la naturaleza forzando al cuerpo a tragarse lo que desechó?
Si Dios favoreciera la orinoterapia habría hecho otro órgano que evitara el que uno mismo recolectara su propia orina y se la tragara otra vez. Quizás podría haber hecho un tercer riñon, más sabio, para darle el gusto a los orinoterapeutas y evitarnos el desagradable y asqueroso acto de tomarse la orina.
Dije que no era mi interés hablar de este tema, pero dos cosas me motivaron a hacerlo. Primero, sufro de dolorosas aftas en la boca que me aparecen cada mes durante 5 a 7 días. Los amigos bien intencionados me dan diferentes remedios para esta enfermedad incurable, de origen desconocido y hereditaria. Uno de mis amigos insiste mucho que me enjuague la boca con mis orines, lo cual rehuso terminantemente. Por esa razón me puse a investigar el tema en el internet.
Segundo, encontré que muchos de los orinoterapeutas usan pasajes bíblicos para apoyar esta práctica. Y eso me irritó profundamente y me hizo saltar el fusible del inquisidor que hay en mí. Aquí le van pruebas:
Proverbios 5.15: "bebe el agua de tu propia cisterna". Dicen los orinoterapeutas que este es un mandamiento de Dios de ¡beber orina! Un simple vistazo al pasaje dará su propia interpretación. El contexto se refiere a no andar buscando mujeres en la calle, sino a satisfacerse con la suya propia, con la "propia cisterna". Un texto sacado de contexto es un pretexto.
El otro pasaje es del Nuevo Testamento. Juan 7.38, "ríos de agua viva fluirán de su interior". Ellos dicen que la orina trae salud, vigor, vitalidad, sanación, que ella es el río de agua viva. El verso siguiente dice: "Jesús se refería al Espíritu de Dios que recibirían los que creyeran en él". Me remito a las pruebas, como dicen los abogados. Lo más triste de esta interpretación es que raya en la blasfemia contra el Espíritu Santo. Decir que los ríos de agua viva son orines, me parece más a mí palabra del diablo que Palabra de Dios.