Friday, December 15, 2006

Desde Londres.

Jueves 30 de noviembre de 2 mil 6.
Queridos amigos:
Dejé Africa el viernes a las once de la noche y viajé 8 horas para llegar a Londres en la madrugada del sábado y cambiar avión para Roma y de ahí a la isla de Sicilia a la ciudad de Palermo. Fue una gran alegría ver otra vez a Rolando y Verónica después de muchos años. Fue bueno también llegar a bañarme en una tina.
El domingo en la mañana estuve predicando en la Comunidad Cristiana “A’ Prodo” , en español sería como La Rada, La Bahía. Le pusieron así porque quieren que sea un lugar de refugio después de un viaje tormentoso por el mar de la vida.
Les hablé del Propósito Eterno de Dios (Tener una familia, de muchos hijos, semejantes a Jesús). Es un grupo pequeño de unas 30 a 40 personas que han comenzado hace poco la obra. El pastor Rino es miembro del gobierno de la ciudad, una especie de concejal o algo así. Son todos muy amorosos. Verónica tradujo muy bien el sermón y la gente entendió perfectamente.
En la noche prediqué en una pequeña iglesia pentecostal de inmigrantes mauricios (de las Islas Mauricio). Los pastores, Laval y Evelyn, son muy amigos de los Fuenzalida y se portaron muy cariñosos conmigo.
El lunes hicimos turismo a pié con Verónica, conociendo el centro histórico de la bella Palermo. El martes fuimos a Monreal, sobre una colina que mira la bahía de Palermo, donde existe una iglesia del tiempo de los normandos. Desgraciadamente cerró justo cuando llegamos. De vuelta pasamos a visitar una catacumbas de los capuchinos, obviamente que la miedosa de la Verónica no quiso entrar, así es que yo tuve que ser valiente y bajar solo a ver unos 300 muertos momificados desde los años 1850. Terrible espectáculo porque los tienen a casi todos fuera de su ataúd, la mayoría de pie para que la gente los contemple en distintos estados de descomposición, unos más que otros. Aparte de todo, ya a mi edad, ni pesadillas me dieron, pero situaciones así me hacen mucho pensar en lo pasajero de la vida, sobre todo al ver la momia de un arzobispo de la iglesia griega, con todos sus atuendos y esplendor clerical, pero tan muerto y momificado como cualquier hijo de vecino.
El martes en la noche tuve un lindo tiempo con el pastor Rino que pasó por la casa para conversar. Abrió su corazón conmigo en algunos aspectos de su ministerio y de su vida personal. Fue muy rico tener una conversación de esa índole con él, animarlo, orar por él y a la vez ser bendecido por ellos.
El miércoles en la mañana salí para Londres. Verónica y Rolando quedaron tristes, con lágrimas, pero espero en el Señor que pronto tengan la bendición de estar unidos no sólo con sus amigos, sino con sus hijos que están en Chile.
Aquí en Londres me estoy quedando en una casa grandota, de tres pisos, que se llama Club de Misiones Extranjeras, y está dedicado a alojar a pastores, obreros cristianos y estudiantes que quieren estar en un lugar sencillo y económico. Mi maleta no llegó, así es que ya se imaginan. Hoy en la mañana tuve que ir a comprar un mínimo de ropa para continuar el día.
Mi amigo Aaron Lincoln, misionero de CMF, vino desde Brimingham para acompañarme en un tour por la ciudad. Hace frío, está ventoso, pero seco. Terminamos la vuelta del bus en la catedral de San Pablo, más conocida como la iglesia donde se casó el príncipe Carlos con Diana. Había un culto por el día de San Andrés, el hermano de Simón Pedro. La liturgia fue de calidad, iglesia anglicana, con órgano, coro, etc. Ofrecieron la Santa Cena para todo cristiano bautizado, Aaron y yo pasamos, y me emocioné al poder comer el pan y beber el vino en un lugar de adoración que desde el año 640 se ha usado para el culto a Dios y sentirme así unido a todo el pueblo del Señor, la “comunidad de los santos” dice el Credo, en el cielo y en la tierra, de todos los continentes. Mañana viernes saldré solo ya que el pase en los buses de turismo, en esta época de baja, dura dos días e incluye un paseo en barco por el río Tamesis.
El sábado salgo de regreso a casa. Si no les escribo antes, les abrazo desde aquí.
Con cariño. Fernando Soto.

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