Thursday, October 31, 2024

Los hispanos son hoy el centro de atención.

Kamala Harris y Donald Trump, en su afán de ganar la elección en el estado de Pensilvania, han invertido millones de dólares en propaganda en español para atraer el voto latino. La campaña demócrata acaba de publicar una pegajosa cumbia que invita a no votar por “el Trompas”.

Lamento defraudar a quien quiera escuchar de mí una opinión política porque, en mis convicciones cristianas, he optado por abstenerme de mi derecho a voto como ciudadano norteamericano. Mi actitud no es de oposición a los poderes del estado, al contrario, respeto a las autoridades, sean quienes sean, y oro por ellos como lo recomienda el Libro Santo. Mi abstención de participar en el sistema político se basa en mi inconmovible convicción de un reino superior que requiere toda mi atención y esfuerzo: el reino de los cielos.

Más que nada quería, en estas líneas, reflexionar sobre los hispanos en los EEUU. En la edición de El Mercurio del 31 de octubre se publicó un artículo titulado “El español supera la barrera de los 600 millones de hablantes”.

Anoche estuve participando de un estudio bíblico en la iglesia de Downey, California. El culto en inglés en la antigua iglesia de Downey que Nona y yo comenzamos hace 25 años. En este cuarto de siglo la demografía de la ciudad ha cambiado hacia un crecimiento de los hispanos en desmedro de la población anglo sajona. La asistencia al culto en español ha ido creciendo año tras año. El culto en inglés se ha mantenido estable, sin embargo se nota una alta asistencia de hispanos que usan el inglés como su primer idioma.

Al visitar la iglesia que nos acogió hace tantos años me recordé de los esfuerzos que hicimos para comenzar la “Iglesia Cristiana de Downey”. Recuerdo la búsqueda de información sobre la gente y la cultura hispana en este lado del condado de Los Angeles. Las estadísticas de aquel entonces hablaban de un rápido crecimiento de la población hispana. Eran 40 millones de hispanos a fines de los años 90 en los EEUU. El artículo del Mercurio nos informa que hoy EEUU es el segundo país con más hablantes del español: 57 millones. En primer lugar está México con 132 millones.

Otros datos interesantes que aporta el artículo es que la música en inglés que provee Spotify decreció en 3,8%, y esa fue la misma cantidad que creció en español. Hay un dato triste eso sí. Siendo el español la segunda lengua más hablada del mundo, solo el 7 por ciento de la producción editorial en el mundo es en español. Se producen pocos libros en castellano. En cuanto a que si somos buenos o malos lectores, aunque hablamos la segunda lengua mundial estamos en el sexto lugar en consumo literario. Y sobre los autores más traducidos a escala mundial solo aparece un escritor hispanohablante: Gabriel García Márquez, en el puesto 49.

Los números, las estadísticas, como lo saben muy bien los políticos y también las organizaciones misioneras, son muy importantes para decidir los rumbos de acción. Nona y yo estamos muy agradecidos con la visión que tuvo CMF (Christian Missionary Fellowship) al invitarnos hace 26 años a mudarnos a “la costa izquierda de los EEUU” con el fin de comenzar iglesias hispanas. Pudimos comenzar dos iglesias en California, antes de viajar a Chile para ayudar en la fundación de una tercera iglesia.

Nos anima darnos cuenta de que la población hispana en EEUU sigue creciendo (legal e ilegalmente) y que hay iglesias preparadas para recibirlos, no solo en el país, sino también en el reino de Dios. Una de las cosas importantes que aprendimos en aquellos primeros años fue que la población hispana más receptiva al evangelio eran aquellos recién llegados en menos de una año con fuerte necesidad de ser acogidos y guiados en la cultura norteamericana. Cuando la iglesia está lista para ayudar a los inmigrantes haciendo trámites, enseñando a comprar y a manejarse en el sistema económico, ayudarles en temas habitacionales y de movilización, educación, salud, etc. Además cuando la iglesia suple la necesidad de amistad, fiestas y comidas, especialmente en ese primer año de estadía en el país, habrá ganado el corazón y el alma de los recién llegados. (De los asuntos legales sobre residencia y ciudadanía se encargarán los políticos, Kamala o Donald, o los que vengan en el futuro. Esa no es tarea de la iglesia).

Descubrimos que cuando el hispano ya se acomoda en los EEUU sin la ayuda de amigos cristianos, será muy difícil que busquen una iglesia para hacerse miembros pues “se agringaron”, como decimos coloquialmente. No es una regla general, ya que hemos sido testigos de muchos casos que, después de haberse establecido en el país, Dios les atrae a la iglesia por diversas circunstancias.

En fin, la trifulca política que vive Estados Unidos estos días, más el artículo del Mercurio me hicieron reflexionar sobre nuestro amado pueblo hispano-latino en este país. Y mi última reflexión tiene que ver con la imperiosa necesidad de alcanzarlos con el evangelio en esta segunda gran nación de habla hispana, los EEUU. Es difícil entrar al país y conseguir residir legalmente. Y en cuanto a la necesidad de pastores para esta gran población hispana, hay muchos pastores que han tramitado su visa religiosa, “con todas las de la ley” y se les ha hecho difícil conseguir el estatus y han tenido que volver a sus países de origen. 

Aunque los campos son muchos y los obreros son pocos, sigamos orando para que el Señor envíe obreros a su campo.



Monday, July 15, 2024

La oreja de Trump.

  El triste espectáculo de la violencia política nos ha dejado asombrados. Hemos visto reiteradas veces el video de la bala que roza la parte superior de la oreja del ex presidente Trump.

Dos ideas ideas se me vinieron inmediatamente a la mente cuando supe la noticia. El primer pensamiento no fue nada profundo, sino que se me vino a la memoria un comentario que la abuela de mi esposa había dicho, referente a los hombres que molestaban a mi suegra en los años 40 en un pueblito de México. Mi suegra sacaba una pistola y disparaba un par de tiros al aire con lo cual espantaba a los ociosos. La abuela Luisa, riéndose, nos decía “y la bala les pasaba calientita por la oreja” causando la risa de todos.

El segundo pensamiento surgió de un tema más serio y profundo inspirado en el evangelio: Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella al siervo del sumo sacerdote, que se llamaba Malco, y le cortó la oreja derecha. Pero Jesús le dijo a Pedro: «Regresa la espada a su vaina. ¿Acaso no he de beber la copa que el Padre me ha dado?» Juan 18.10-11.

Caín fue el que primero fundó una ciudad basada en la violencia. Toda sociedad humana, desde el inicio, se sostiene sobre los ganadores, los que tienen el poder y lo ejercen sobre el resto. Hoy en día ese poder se sintetiza, últimamente, en las armas de fuego.

Desde que Jesucristo vino a proclamar el reino de Dios entre nosotros, el paradigma cambia. Basta con leer el Sermón del Monte para darnos cuenta de que el cristiano no puede tener ninguna relación con la violencia ni la venganza. La vida del Señor Jesucristo en esta tierra es una clara ilustración del Sermón del Monte. Jesús nunca hizo uso de las armas, nunca maltrató. Solamente fue rudo, sarcástico y directo con aquellos que debían ser misericordiosos y no lo eran, especialmente los fariseos.

El ejemplo máximo de ese concepto de amor y misericordia es su muerte en la cruz. Jesús prefiere morir antes que matar. De esa manera vence al pecado y a la muerte.

Cuando los cristianos o la iglesia en general echa mano de la violencia, del ataque verbal, de los púlpitos incendiarios, de las redes sociales con el fin de “avanzar el reino con violencia”, lo único que está haciendo es lo que hizo Pedro con su espada: cortar orejas. 

El triste acontecimiento de la oreja cortada, curiosamente, es relatado en los cuatro evangelios. Eso indica su relevancia. ¿Fue casualidad que Pedro haya elegido una oreja en vez de haber cortado una mano, un brazo, la nariz o un ojo?

Los padres de la iglesia nos enseñaron a interpretar la Biblia alegóricamente. Aquí va mi interpretación: cuando el cristiano usa la violencia y corta orejas, lo único que logra es que los demás dejen de oír el mensaje del evangelio.

Hay mensajes que son difíciles de entender o de escuchar. El Señor le dijo a Samuel (a propósito, el nombre “Samuel” viene de dos palabras hebreas: Shema, escuchar, y El, Dios. Ana, su mamá, fue escuchada por Dios. Ella nombra a su hijo Samuel y este tenía oídos, “paraba la oreja”, para escuchar a Dios). Cuando Samuel le dijo a Dios: Habla, que tu siervo escucha, Dios le dijo: Escucha bien. Voy a hacer en Israel algo que, a quien lo oiga, le zumbarán los oídos. 1 Samuel 3.11.

Dios nos quiere hablar, él desea que nuestros oídos sean receptivos hasta el punto de que su mensaje nos produzca sensaciones físicas como el zumbido, el asombro. Dios envió a su Hijo Jesucristo quien es la Palabra, el Verbo, el Logos de Dios. Lo que Dios nos quiere decir lo ha hecho definitivamente a través de Jesucristo. El es la Palabra de Dios, y todo lo que él dice es verdad total. «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» (Lucas 9.35).

Debemos esforzarnos para que todo mundo pueda tener la capacidad de escuchar el mensaje del evangelio traído por Jesucristo, porque “la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios” (Romanos 10.17).

Destapamos oídos cuando practicamos el Sermón del Monte. Abrimos los conductos auriculares y sanamos los nervios auditivos del mundo cuando vivimos como verdaderos seguidores del Príncipe de paz. Por el contrario, tapamos oídos, impedimos que el evangelio se escuche claramente cuando nuestros hechos son tan torcidos que hablan más fuertes que nuestras palabras. Cuando en vez de amar odiamos, en vez de ser agentes de la paz somos promotores de la violencia, cuando en vez de poner la otra mejilla sacamos la espada y cortamos orejas, impedimos que la gente escuche la voz del Maestro.

Cuando veía con asombro a Donald Trump llevar su mano a su oreja derecha y luego agacharse detrás del atril y ser protegido inmediatamente por el Servicio Secreto, me imaginaba un final alternativo a esta triste historia. Me imaginaba a Donald Trump pasar por una experiencia transformadora de vida. Cualquier ser humano que se da cuenta que estuvo a un par de centímetros de que su cráneo explotara, sin duda que ha de reflexionar profundamente en el propósito y sentido de su vida. Momentos como esos, de vida o muerte, son determinantes. 

Espero que el calor de la bala asesina le haya transformado a él y nos haya impactado a todos los que vimos la escena. Que ese calor derrita la cera que nos impide escuchar el mensaje de Jesucristo. Que podamos reaccionar dejando de lado la violencia verbal y física, y abramos camino al reino de Dios entre nosotros.


Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, yo ponga el amor. 

Que donde haya ofensa, yo ponga el perdón. 

Que donde haya discordia, yo ponga la unión. 

Que donde haya error, yo ponga la verdad. 

Que donde haya duda, yo ponga la Fe. 

Que donde haya desesperación, yo ponga la esperanza. 

Que donde haya tinieblas, yo ponga la luz. 

Que donde haya tristeza, yo ponga la alegría. 

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, 

como consolar, 

ser comprendido, como comprender, 

ser amado, como amar. 

Porque es dándose como se recibe, 

es olvidándose de sí mismo 

como uno se encuentra a sí mismo, 

es perdonando, como se es perdonado, 

es muriendo como se resucita a la vida eterna. Amén.


Wednesday, June 02, 2021

El matrimonio igualitario en discusión.

 En su última cuenta anual el presidente Piñera anunció su apoyo a la aprobación del matrimonio igualitario. Ya comenzó la batalla de las declaraciones de los políticos, a favor y en contra, y obviamente la voz de los diferentes credos se ha vuelto a oír. 

    Nos toca, como cristianos, determinar cómo nos comportaremos en esta discusión. Mi aporte es el siguiente: un artículo del Pastor Benjamín Cachiaras adaptado a la cultura hispana. Que al leerlo usted sea tan bendecido como lo fui yo.

EL MATRIMONIO IGUALITARIO EN DISCUSION, Ben Cachiaras.


El panorama en nuestra sociedad ha cambiado. Las últimas encuestas confirman lo que ya sabemos - que un número cada vez mayor de personas están dispuestas a reconocer las uniones homosexuales. Se trata de una realidad cada vez más latente en la cultura en que vivimos. Por lo tanto este debate era inevitable.

Algunos quieren ver esto simplísticamente, a ver si nos declaramos "a favor” o "en contra" del homosexualismo. No es tan simple la cosa. Un aspecto en el meollo de este asunto es analizar si a las parejas homosexuales se les deben conceder privilegios civiles o darles protección legal de la manera que la tienen las parejas heterosexuales. Los cristianos sienten la responsabilidad de defender el matrimonio y argumentar en contra de las uniones del mismo sexo, sólo para darse cuenta de que argumentar en contra del matrimonio gay lleva a negar la protección civil del estado sobre ellos y sus hijos. 

La gente como nosotros nos
encontramos en una situación complicada ya que por un lado sostenemos claros límites morales en contra de la práctica de conductas homosexuales, pero por otro lado nos guiamos por la ley del amor que nos indica a no hacer nada por despecho con el fin de dañar a las parejas homosexuales, incluso al no estar de acuerdo, por razones morales, con su estilo de vida. 

Es posible que no queramos reconocer el matrimonio entre homosexuales, pero de hecho existen parejas homosexuales. Por desgracia, en el debate actual, la única forma de apoyar el matrimonio tradicional significa ubicarnos en la posición de votar a favor de medidas que serán percibidas como perjudiciales para otros. Esto significa, a mi juicio, que tenemos que ser muy cuidadosos acerca de cómo discutimos esto para

no dar ninguna razón para que los cristianos seamos calificados como promotores del odio o de la indiferencia. Nuestra posición y las acciones en esta materia no deben estar motivadas por un deseo de dañar a nadie. Y si nuestra posición o acciones acaban perjudicando a los demás, no debemos levantar nuestro puño triunfante en el aire, sino que debemos, con humildad, reconocer que la política en un sociedad pluralista es un negocio sucio.

He aquí parte de una declaración que junto a otro pastor hemos reflexionado:

"Como ciudadanos de una democracia es nuestro derecho y nuestra responsabilidad apoyar aquellas leyes que funcionan por el bien de todos. Como ciudadanos cristianos esto significa particularmente, que cuando hacemos decisiones políticas las hacemos con el fin de apoyar el más alto bien para la mayoría de los personas. No podemos ser egoístas en nuestras vidas personales. De alguna manera dejamos de ser egoístas en nuestra política pública. Esto supone una carga especial sobre los cristianos que deseen participar inteligentemente en la vida pública. Tratamos de educarnos a nosotros mismos, sopesar los problemas, actuar con humildad y con especial cuidado hacia las personas cuyas necesidades y puntos de vista son muy diferentes a los nuestros."

Algunos de los pastores hemos estado hablando de esto y estamos de acuerdo en que lo más importante que la iglesia puede hacer es continuar siendo la iglesia. Nosotros vamos a seguir enseñando la verdad, proclamando la buena nueva y viviendo como una comunidad especial del reino de Dios. Somos llamados a enviar al pueblo de Dios al mundo, para que que sea sal y luz en todas las formas que lo puedan hacer. Algunos oran con valentía. Otros sirven calladamente, pero con consistencia. Algunos entrarán a la palestra de la política o a la plaza pública. Sin embargo, como iglesia, nuestra principal contribución no será lograr imponer el reino de Dios a través de un régimen político o de mandatos legales. Esto no quiere decir que debamos ignorar esas cosas, es sólo para recordar que nuestra mejor inversión está en el Evangelio, que es el verdadero poder de Dios para la salvación. 

Es posible que nunca logremos que todo el mundo "actúe como" cristianos y observen la moralidad que los cristianos defienden. Ese no es nuestro mandato. Nuestro mandato es hacer más y mejores discípulos, y la forma de hacerlo es seguir siendo la iglesia.

Lo que me molesta es que el Gobierno crea tener la autoridad de redefinir el matrimonio. No es el asunto del homosexualismo lo que me molesta, sino el gobierno que interviene con arrogante presunción creyendo que podría "redefinir" algo que no le pertenece. Abraham Lincoln dijo: "Si a una pata yo le llamo cola, ¿Cuántas patas tiene un perro?", alguien responderá, "¿Cinco? ". "No, el perro todavía sólo tiene cuatro patas. Llamar a una pata “cola” no hace que la pata se transforme en cola".  

El matrimonio es, por definición, la unión entre un hombre y una mujer. Si digo que quiero tener cuatro personas que se unan en una especie de relación especial, tenemos la libertad para hacer eso. Pero también sería necesario inventar un nombre diferente para ese tipo de unión. 

El matrimonio es más grande que el gobierno, es una institución social ordenada por Dios en donde el gobierno intervino para regularlo. Las regulaciones son una cosa; las redefiniciones son otra. Si la FIFA resuelve cambiar algunas reglas del fútbol, como por ejemplo que los penales sean lanzados desde el área grande enfrentando al portero y al jugador como en un ataque regular, entonces eso sería cambiar el reglamento. A algunos no nos gustan los cambios, pero aún así seguirá siendo fútbol. Pero imagínese si la FIFA dice: "De ahora en adelante el fútbol se jugará con una red en el medio campo y todos los jugadores usarán zapatos de golf”. Incluso si eso se hiciera una ley, muchos se resistirían y estarían en su derecho. Simplemente la FIFA no puede redefinir el fútbol.  Así mismo tampoco es la labor del gobierno pretender redefinir el matrimonio. De hecho, nunca lo podrá hacer. Si los gobiernos aprueban ese tipo de leyes, a lo sumo cambiará lo que ese gobierno reconoce como "matrimonio". Pero el matrimonio seguirá siendo lo que es, al igual que el fútbol siempre será siempre un juego con un balón, 11 jugadores por lado y dos porterías para marcar los goles. El hecho de que haya otros juegos que se hacen populares no quiere decir que cambiará la definición del fútbol para incluirlos. 

Me gustaría que hubiera una manera de estar en contra de redefinir el matrimonio sin que los que desean las uniones del mismo sexo me perciban como odioso.

En un tema como este debemos encontrar el equilibrio entre la verdad y el amor. Leí un artículo sobre este tema que habla de lo amoroso que debemos ser sobre esta materia, pero carecía de un fundamento bíblico y, por lo tanto, era una perspectiva equivocada. En el otro extremo, fui testigo de una entrevista de televisión horrible con una mujer que dice representar a Dios y a una iglesia. Ella insistió en un discurso de odio y condena basado en la verdad de la Biblia. No podía estar más en desacuerdo. Aunque hubiera un grano de la verdad en lo que ella decía, el amor brillaba por su ausencia, por lo cual no valía la pena escucharla. La verdad sin amor no es la verdad bíblica. El amor sin verdad no es el amor bíblico. Independientemente de sus opiniones o acciones, si no tiene la verdad de Dios y el amor de Cristo, entonces sus acciones no están en armonía con el Espíritu de Dios.

Ore, actúe, ame. Hay mucho en juego y, sin embargo, no es necesario ponerse nervioso. Con esto quiero decir que no debemos pasar por alto estos importantes

asuntos. Si lo desea, llame a sus representantes en el parlamento para que escuchen su opinión. He alentado a mis parlamentarios a votar en contra de la redefinición del

matrimonio con parejas del mismo sexo. Puede haber otras acciones que Dios le dirija a hacer. Pero sobre todo, creo que tenemos que orar y amar. Ore para que Dios siga trabajando en este tema, en nuestra iglesia, en nuestras vidas, en nuestra nación y en el mundo. Y actuemos con la dirección de Dios. 

Sospecho que en los próximos días, tendremos una gran oportunidad para

mostrar un amor fuera de lo común a la gente. ¿Está usted listo? "En esto conocerán que son mis discípulos: " dijo Jesús,"si se aman entre ustedes”. "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús". (Colosenses 3:17).

Sunday, May 31, 2020

¡No puedo respirar!

¿Quién podría decir eso hoy en día con mucha razón?: alguien que esté afectado con el corona virus y un hombre a quien un policía le presione el cuello con su rodilla impidiendo su respiración.
El acto con el cual el Creador nos dio vida fue moldearnos del barro, e insuflar en el ser humano aliento de vida. “Dios el Señor formó al hombre, e infundió en su nariz aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser con vida”.
La primera señal de vida que da un bebé es inflar sus pulmones de aire y lanzar un llanto que anuncia vida. La última señal de vida se denomina “el último aliento”, expirar. Jesús en la cruz supo muy bien eso de ¡no puedo respirar! La cruel crucifixión hacía extremadamente dificultoso respirar. Jesús terminó esa agonía diciendo “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Y después de haber dicho esto, expiró”.
La misma Palabra para “espíritu” se traduce como aire o viento.
Hoy esa dificultad de respirar tiene rostros: todos aquellos que han sufrido y sufrirán el contagio del Covid 19. Y George Floyd, el rostro más visible del abuso.
Esos dos conceptos podríamos resumirlos en enfermedad y pecado. Ambas nos conducen a la muerte. Hoy el coronavirus es el ejemplo más latente de lo dañina que es la enfermedad, cualquier enfermedad. Hoy la muerte de George Floyd es el ejemplo máximo del pecado, la injusticia y la opresión, aunque esté disfrazado de orden y de ley.
En la cruz el poder del bien y del mal se enfrentaron. La vida y la muerte se vieron las caras. Triunfó la vida en Cristo.
Al aparecerse resucitado a sus discípulos sopló y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”. El Señor resucitado trajo una bocanada de viento fresco, aire de vida, desde el Sheol. Jesús no volvió a la vida trayendo el orden y la ley para ajusticiar a los malvados aplastando su rodilla sobre el cuello de los pecadores. Vino desde la muerte, lleno de amor, soplando aliento de vida.
Hoy celebramos Pentecostés, el día anunciado por el Mesías como el momento que recibiríamos poder. Derramó su Espíritu, su aire, su viento, su brisa, desde lo alto para infundirnos vida e investirnos de poder para ser sus testigos, y proclamar la buena noticia de Jesús, en todos los idiomas habidos y por haber.
Nosotros, como en la visión que Ezequiel vio en el valle de los huesos secos, recibimos vida. Ahora ¡podemos respirar!
“Háblale y dile que así ha dicho Dios el Señor: “Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, para que cobren vida.”» Yo profeticé, tal y como se me ordenó, y el espíritu entró en ellos y cobraron vida, y se pusieron de pie. Eran un ejército bastante numeroso”.
Dios tiene un ejército bastante numeroso sobre la tierra que no usa armas mortales, sino que transporta el viento, el aire, el Espíritu de vida que en sus alas trae salud y salvación. ¡Animo, hermanos! Animo viene de “ánima”, la cual viene de “aire, espíritu”. El ánimo que recibimos viene del Espíritu Santo que nos habita,
He dirigido oraciones vespertinas durante la pandemia. En las últimas semanas he hecho un gran esfuerzo en llevar a la gente al silencio, a la calma y a la paz que se logra al orar y contemplar el rostro del Señor. He insistido que es casi nada lo que podemos controlar en esta vida. Lo mínimo que podemos es controlar los movimientos del cuerpo para estarnos tranquilos en la presencia del Señor, y lo otro que podemos controlar es la respiración. Les he dirigido a enfocarse en ese sentido, controlando la respiración, inspirar, sin apuro, y decir “tú en mí, Señor”, y al expirar decir “yo en ti”. En todo el proceso hacer conciencia en la verdad que Dios nos habita corporalmente a través de su Espíritu Santo, pues somos su templo.
Y de repente llega el maldito virus o irrumpe la rodilla de un policía abusivo sobre el cuello de un hombre el cual grita, junto a todos los enfermos ¡No puedo respirar! ¡No puedo controlar ni siquiera el aire que entra o sale de mis pulmones!
Esa es la triste realidad del mundo caído.
Nosotros, mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, ofreceremos nuestras vidas para la salvación de todos los hombres. Denunciaremos y renunciaremos a la impiedad y viviremos sobria, justa y piadosamente.
Es posible que mientras esperamos su venida, los poderes de este mundo nos quieran someter aplastando nuestro cuello con su rodilla y matándonos con enfermedades diversas. Sin embargo, nos fortalecemos en la bendita esperanza del día en que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.
Hoy, en la oración vespertina, cuando hagamos el ejercicio de calmarnos y contemplar el rostro del Señor, guardaremos silencio durante ocho minutos y respiraremos en calma mirando el rostro del Señor y trayendo a su memoria a George Floyd y a todos los que padecen dificultad respiratoria rogando que el Espíritu sople vida sobre la humanidad.
“Reciban el Espíritu Santo”.

Tuesday, November 20, 2018

El amor de Dios: un río de fuego.


La única disposición de Dios hacia nosotros es el amor. Su amor es como un río de fuego. Cuando estoy de frente a ese río y me abro a su amor, el fuego de Dios me ilumina, me libera, me purifica y me reviste de fuerza y de poder.
Al contrario, al dar la espalda a Dios, su río de fuego de amor lo experimento como ira, juicio y muerte. Dios no ha cambiado, él es inmutable y su única disposición hacia la humanidad es el amor. Ese fuego lo experimento como salvación, o como juicio, según yo lo reciba o lo rechace.
Algunos nos volvemos inconscientes de esto, no porque estemos de cara o de espalda al río de fuego, sino porque estamos rodeados de barreras mentales que nos impiden entender esta verdad.
En un cuarto oscuro frente a la luz que procede de la llama de una vela, con ojos abiertos me siento atraído, "deslumbrado" por la belleza del color y el movimiento de la llama. Sin embargo, al cerrar los ojos, quedo en completo aislamiento e ignorancia de esa luz. Al entre abrir los ojos apenas percibo la silueta de la llama difusa por efecto de la barrera de mis pestañas, y mientras no abra totalmente los ojos no podré experimentar el milagro de la luz.
En mis conversaciones espirituales me he encontrado con muchos que no están experimentando el río del fuego del amor de Dios en plenitud, pero tampoco le han dado la espalda en rebeldía experimentando el fuego del juicio de Dios. Lo que discierno en ellos es un letargo, una cerrada de ojos ante la llama del amor de Dios. Ese letargo, ese aislamiento, esa implosión cercana a la depresión, es producto de la obra sigilosa de satán, el acusador, el adversario, el distractor que poco a poco va recogiendo, desde nuestra infancia, los despojos, las tristezas, los abusos, las injusticias, los temores, las rabias, las dudas, los fracasos y los pecados cometidos reciclándolos como materiales de desecho y construyendo con ellos un muro, una fortaleza, que, poco a poco va creciendo, como un lúgubre edificio que paulatinamente nos tapa la vista al mar y a la maravillosa visión del Sol Poniente.
El dios de este este siglo les ha cegado el entendimiento para que no resplandezca en ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo.
Esos muros espirituales construidos durante toda nuestra vida en los vericuetos más intrincados de nuestra mente, pueden ser derribados con las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas. Esos "muros de Berlín" de la psiquis, esas fronteras de hormigón armado alrededor de nuestra conciencia, pueden ser derribadas en un segundo por las armas poderosas de Dios. Pero para Dios el tiempo no es esencial, quizás él quiera hacerlo lentamente quemando de a poco la madera, el heno y la hojarasca. Esos inútiles  materiales se aniquilarán ante el río de fuego del amor de Dios. En cambio, quedará de pie eternamente en nosotros la sólida y permanente construcción de oro, plata y piedras preciosas purificadas por ese mismo fuego de amor.
La vida es dura, en el proceso se sufrirá pérdida, pero nos salvaremos como quien escapa del fuego.

Padre de amor: te pido que en tu infinita misericordia destruyas las falsas y perversas construcciones mentales que el diablo ha estado construyendo en la humanidad, y especialmente en aquellos que conozco y con los cuales me relaciono. Trasládalos de la esclavitud de sus pensamientos equivocados a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Ayúdame en mi servicio a tu reino a usar tus poderosas armas para lograr desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, para que todos podamos contemplar, con ojos bien abiertos, el río de fuego del amor de Dios. Te lo pido, Padre, en el nombre de tu hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Monday, February 22, 2016

"Resucitado" - La Película

He visto dos cosas irreconciliables: 
Un hombre muerto sin la menor duda, 
y ese mismo hombre vivo otra vez. 
- Clavius-

Vi la película "Resucitado". Es ahí donde el tribuno Clavius escribe en una carta la cita que puse al inicio.
No necesito poner aquí una “alerta de la trama”, porque si usted ha leído el evangelio ya sabe el final de la película. En resumen, el tribuno Clavius es testigo de la muerte de Jesús en la cruz el viernes. Él mismo es el encargado de sellar la tumba el día sábado y dejar dos soldados para resguardarla. A él también se le encarga la labor de recuperar el cuerpo robado del que sus discípulos dicen que resucitó el día domingo. ¡Qué maravilloso fin de semana!
Una advertencia: la película es inspiración del director Kevin Reynolds, hijo de un ex rector de la Universidad Baylor, que por muy cristiano que sea el director, su película no es inspirada por el Espíritu Santo. Así es que deben ser pacientes y tolerantes con la creación artística que se permite Hollywood.
Pues bien, Clavius, en su investigación, llega a ver a Jesús resucitado cuando éste está con sus discípulos feliz de la vida, comiendo y riendo, en el momento que entra Tomás y lo abraza y le toca las heridas en las manos y en el costado. 
Me emocionó ver a un Jesús diferente al que estamos acostumbrado a ver en las películas. Siempre nos lo muestran rubio, de ojos claros, vestido de blanco, casi luminoso, desconectado con su entorno y demasiado sobrenatural, especialmente cuando ya está resucitado con una actitud de “mírame y no me toques” (Es verdad que se lo dijo a la Magdalena, pero también Mateo nos relata que Jesús se apareció a las mujeres quienes se le acercaron y le abrazaron sus pies y lo adoraron).
Cliff Curtis personifica a Jeshua en esta película. El es un actor neozelandés de origen maori. Pasa fácilmente por latinoamericano o por árabe.
El Jesús de “Resucitado” es moreno, su vestimenta tiene los tonos cafés y grises que usaba el normal de los judíos, es un hombre que se caracteriza por su alegría, afabilidad y que come con sus discípulos. Es un Jesús verdaderamente humano.
Lo que más me impactó de la película es la humanidad de Jesús. Me he convencido que ser aprendiz de Jesús tiene como meta llegar a ser “verdaderamente humano”, es decir, verdaderamente como Jesús, ser humano pre-caída, humano en el sentido del origen en el jardín del Edén, hombre y mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, inmortales, sin pecado y con una identidad trabajadora y creativa, así como Dios trabaja y crea.
San Pablo dijo que el postrer Adán, es decir Cristo, se convirtió en el Espíritu que da vida, entonces es por medio de su resurrección que se nos devuelve la vida perdida en el Edén por el primer Adán. De esa manera volvemos al plan original de Dios en Cristo. "Porque yo vivo, ustedes también vivirán". “Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él”.
Cuando Jesús subió al monte Tabor con Pedro, Juan y Santiago, se transfiguró. Muchos eruditos dicen que Jesús en ese momento sublime se quitó el traje de humanidad para refulgir en su traje de divinidad. Otros piensan que lo que realmente reveló Jesús en el monte de la Transfiguración era su verdadera naturaleza humana-divina dándonos a entender que una vez derrotado el pecado y la muerte seremos tal como él es, sin pecado y con vida eterna, como fue Adán en su origen.
Por eso es que la película es tan certera en mostrarnos a un Jesús de vestimenta normal, que abraza con cariño a sus aprendices, que come con ellos y se ríe. El Hijo del Hombre en todo su esplendor.
Me emocionó verlo caminar a la orilla del mar de Tiberias mientras siete de sus discípulos pescaban, o mejor dicho “no pescaban nada”. A su orden echan la red a la derecha y pescan 153 peces y toman desayuno con él en la playa.
Me emocionó ver a Jesús darle pan a un leproso en las inmediaciones, abrazarlo y sanarlo fue toda una muestra de amor. (Esta libertad artística se la tomó el director. El evangelio no nos cuenta que Jesús sanaba después de resucitado. No lo creo imposible. Jesús resucitado no le tiene asco a la carne infectada, ni al alma infectada de pecado. De lo contrario, no se le habría aparecido al pecador Saulo de Tarso).
El tribuno Clavius no podía conciliar algo que él consideraba irreconciliable: haber visto a un hombre muerto sin la menor duda, y haber visto a ese mismo hombre vivo otra vez.
Lo mismo pensaron María Magdalena y las otras mujeres junto a la virgen María. Lo mismo pensaron Cleofas y el otro discípulo camino a Emaús. También lo pensó el hermano del Señor, Jacobo y Saulo de Tarso, y los quinientos anónimos que lo vieron también: un hombre sin duda muerto, ¡un hombre vivo otra vez!
Ningún discípulo de Cristo negó el hecho. “No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, decían. “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida. Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella”. 
No negaron, sino que confesaron. Todos sufrieron persecución, tortura y muerte por ser testigos de la resurrección. Ninguno se “achicopaló” con el fin de salvar su vida. Ninguno reconoció una histeria colectiva ni un conspiración apóstolica. Fueron testigos hasta la muerte.
Después de aparecerse por aquí y por allá durante 40 días en diferentes formas, Jesús asciende al cielo y deja a sus aprendices aquí en la tierra con instrucciones claras de hacer más aprendices y predicar la buena noticia de su reino. ¿Por qué se fue? ¡Tan bien que estábamos! dirán algunos.
Él fue claro en este tema: “Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error”.
Dos mil años después, aquí estamos nosotros, aprendices del Maestro, viviendo la vida que él viviría si estuviera aquí. Nos tiene a nosotros aquí, mientras él está sentado a la derecha del Padre, reinando hasta poner a todos sus enemigos bajo su autoridad.
Aquí estamos, sintiéndonos dichosos, porque a siete días de su resurrección nos mencionó diciendo: “dichosos los que no han visto y sin embargo creen”.
Creo, sí, creo con todo mi corazón, y lo grito con pasión junto al pueblo santo de Dios que ha afirmado por dos mil años:
¡Cristo ha muerto!
¡Cristo ha resucitado!
¡Cristo ha de volver!

Monday, February 15, 2016

Estoy a favor de los toros

Acabo de ver un video en YouTube en donde un grupo antitaurino entra a una plaza de toros en Francia, se sientan en un círculo en la arena y se encadenan a la cintura para protestar en contra de las corridas de toros.
Una vez sentados comienzan a gritar ¡abolición! y luego encienden unas bengalas que expelen humo rojo.
El público taurino reacciona con enojo y algunos bajan a la arena a golpear a los manifestantes. Los catorce minutos que dura el video son angustiantes. Por una lado los que protestan están encadenados, no se pueden parar ni moverse a su antojo. El otro bando, los aficionados a las corridas, los tratan de arrastrar sin éxito, entonces los patean y los abofetean. Un funcionario del lugar usa una manguera que lanza agua a presión para mojar a los manifestantes. Me imagino que esa manguera se usa en contra de los toros en casos de emergencia, o tal vez para lavar la sangre derramada. Mojan con fuerza a la gente y al ver que eso no da resultado acercan el chorro a diez centímetros del cuello de un hombre, le meten la manguera bajo la camisa y lo torturan con agua.

Mientras tanto los enfurecidos espectadores que quieren ver una buena corrida, golpean a los que están infiltrados en las tribunas y les rompen sus carteles. Otros siguen tirando del pelo a las mujeres sentadas en protesta y pateándolas indiscriminadamente por la espalda. Un enfurecido anciano destroza la blusa de una mujer. Ella queda con su espalda descubierta en donde sólo se ve los tirantes de su sostén. El hombre vuelve y agarra los tirantes con violencia, lo cual me imagino ha de presionar dolorosamente los pechos de la mujer, y logra romperlos. La mujer queda con su torso desnudo.
La cosa se calma por un par de minutos pues hay gente que no quiere esa violencia, de hecho algunos toreros entran a la plaza a calmar a los enfurecidos fanáticos.
Finalmente los aficionados a las corridas de toros logran romper las cadenas y comienzan a arrastrar a hombres y mujeres por la puerta de salida, por la misma puerta por donde arrastran los toros muertos, sin olvidarse de regalarles patadas y golpes de manos como despedida.
La expresión de los rostros de los fanáticos taurinos va cambiando y se trasforma en alegría al ver cómo van arrastrando a sus “enemigos” del pelo, de las piernas, de los brazos. En son de burla les sacan los zapatos y los tiran al aire. Finalmente aplauden y cierran las puertas tras los protestantes.
Me defino: Estoy a favor de los toros. Claro, estoy a favor de ellos, quiero que vivan para el propósito que fueron creados, es decir, admirarnos de su belleza y fuerza, reproducirse y deleitarnos con su carne asada y sus pieles para nuestros zapatos, sillones y maletas. Pero no estoy a favor de que los usen para un espectáculo cruento, donde son ellos los que siempre pierden. 
Sin embargo, mi reflexión principal no va por ese lado, sino por el lado de los humanos versus humanos que se enfrentaron en el video.
No pude evitar ayer, durante mi sermón dominical, hacer alusión a este video. Para mí fue una metáfora de la lucha entre la luz y las tinieblas en este escenario cósmico.
El profeta Elías viajó 470 kms a pié (250 millas) desde el Carmelo al monte Horeb. Llegó deprimido porque una mujerzuela llamada Jezabel (¡buuuuu!) le había amenazado de muerte. Cada vez que Dios hablaba con Elías este le respondía “han matado a tus profetas y sólo yo he quedado, y a mí también me quieren matar”.
Pues bien, Dios lo hizo salir de la cueva y habló con él en el susurro apacible de una brisa. Lo más lindo que le dijo fue “vé y unge a Eliseo como tu sucesor”. ¡Qué alegría habrá sentido Elías! Hasta ahora pensaba que era el único y después de él el caos, pero Dios le informa que la mata seguirá dando. Tendría sucesor, no todo terminaría aquí.
Lo segundo que le dijo Dios, y me imagino que de alegría se desmayó Elías, fue: “tengo 7 mil israelitas que no se han arrodillado ante Baal ni lo han besado”.
Los que pacíficamente protestaban en la plaza de toros no eran 7 mil, quizás eran 70. Ellos simbolizan a los cristianos del mundo que somos espectáculo público a causa de ser leales, hasta la muerte, a nuestro Señor Jesucristo.
La plaza de toros me recordó el circo romano. El energúmeno que arrastró de los cabellos a la mujer y destrozó su blusa y su brasier me recordó a los soldados que abusaron de Santa Perpetua, una noble mártir cristiana que en el año 203, en la arena del circo en Tunisia (Africa del norte, en donde todavía siguen decapitando a nuestros hermanos cristianos), fue muerta por causa de su fe.
Hoy en día se usan toros bravos para el espectáculo, hace mil ochocientos años se usaban vacas bravísimas. Así relata el “Acta de los Mártires” el ataque de la vaca contra Perpetua: La primera en ser lanzada en alto fue Perpetua, y cayó de espaldas; pero apenas se incorporó sentada, recogiendo la túnica desgarrada, se cubrió la pierna, acordándose antes del pudor que del dolor. Luego, requerida una peineta, se ató los dispersos cabellos, pues no era decente que una mártir sufriera con la cabellera esparcida, para no dar apariencia de luto en el momento de su gloria.
Dirk Willems era un anabaptista perseguido por su fe. Huyó de la cárcel y el guardia lo persiguió. Corrían sobre el hielo de una laguna. Willems había enflaquecido mucho durante el encierro, el guardia estaba bien alimentado y el hielo cedió a su peso. Mientras se hundía pidió auxilio, Willems volvió a rescatar a su perseguidor. Fue apresado otra vez y el 16 de mayo de 1569 fue quemado en la hoguera.
Perpetua, Willems y miles de mártires, o testigos confesores de la fe cristiana, actúan de una manera tan contra corriente, que cuando muestran decoro, paz y perdonan a sus enemigos durante la persecución y la tortura, como lo hizo Nuestro Señor Jesucristo lo mismo que Esteban al ser apedreado, los que tienen el poder y obran con violencia “gritan a voz en cuello, se tapan los oídos y todos a una se abalanzan sobre ellos” (Hch. 7.57).
Los cristianos no entramos al ruedo público de nuestra sociedad a responder con violencia a la violencia institucionalizada de este mundo. La violencia de la guerra, la violencia de la política, la violencia en los deportes no la atacamos con el ojo por ojo y el diente por diente, sino que la anulamos con el amor de Cristo y nos declaramos victoriosos por la sangre de un cordero indefenso. Cuando nos golpean en una mejilla ponemos la otra. Cuando nos maldicen bendecimos. Cuando nos piden la chaqueta también damos la camisa. Cuando nos obligan a llevar carga una milla, la llevamos dos. Preferimos estar encadenados a nuestros hermanos y hermanas en la comunión de los santos, antes de salir por allí como Llaneros Solitarios o como un Quijote a maltratar a medio mundo para imponer nuestras convicciones. Al contrario, preferimos recibir los golpes y las burlas, con el fin de ser los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Cristo nos dio el ejemplo. Fue llevado a la cruz y no respondió con violencia. Al contrario, perdonó a sus verdugos y murió por ellos también. De esa manera desarmó a los poderes y a las potestades, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal. 
El pueblo santo de Dios está en este mundo para imitar al Señor. No estamos aquí para dar recetas políticas ni militares. No estamos aquí para aplaudir la violencia, venga de donde venga. Estamos aquí como anticipo del reino eterno, como fieles seguidores del Príncipe de Paz.
Por esa razón es que cada domingo nos juntamos con el pueblo santo de Dios a participar del pan y del vino, cuerpo y sangre de Cristo. Recordamos el sacrificio del Señor, sacrificio de tortura y de violencia, y a la vez anunciamos la venida victoriosa de su reino de paz.


La iglesia, los 7 mil que no han adorado a los ídolos de este mundo, no tiene poder político. Lo que si tenemos es el misterio de la Eucaristía. Le ofrecemos al mundo el pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo. ¡Eso es más que suficiente!