Cumple 21, ahora es mayor de edad mi hijo Karlo. En este momento se le viene el mundo encima, con su pequeña Rin de cuatro meses en el hospital con un infección a su ojito y esperando que le hagan una pequeña cirugía para abrir el lagrimal tapado. A sus 21 años está listo para llevar a su esposa y a su hija a su nuevo apartamento a fin de mes. Ha sido promovido en su trabajo, está estudiando en el college, está sirviendo al Señor con sus dones de música, está siendo un cristiano comprometido y radical (a veces molesta su franqueza e ideas radicales), pero nos da una alegría profunda verlo así.
A MI HIJO
(Autor: Tito Fernández)
Cada vez que me acuerdo de mi hijo
Me da como una punzada
Aquí adentro del pecho
Donde se halla colocada
Tan sensible, tan nombrada
Y tan propensa a la emoción
Esa masa colorada que se llama corazón.
Y cómo no he de sentirla
Si se trata de mi hijo
El que con sus payasadas
Su chicle, su mermelada
Me dejaba pegajosos
El cubrecama y la almohada
Y aunque a veces me propuse reñirle
Siempre fallaba
Pues el pícaro salía con su sonrisa inocente.
Y al verlo así tan sonriente, bueno, lo perdonaba
Cómo olvidar las mañanas en que mamá lo peinaba
Sentado él en una silla la barbilla levantada
Con un gesto de protesta por la lucha que libraban
La mamá y el remolino aquel que casi siempre ganaba.
Y nunca logré explicarme el motivo por el cual
Lo peinaban tanto y tanto si al cabo quedaba igual.
Pero el tiempo fue pasando
Y hoy mi hijo no es el mismo
Ya no me da los problemas, entretenidos de niño.
Ahora es un caballero, se afeita con mi navaja
Ahora maneja mi auto, y se pone mis corbatas.
Se acabó aquel inocente del susto, el llanto, la tos
Ahora él es el que manda, y hasta sabe más que yo
Incluso sin ir más lejos, ya está casado y con hija.
Yo por dentro los bendigo, por fuera me pongo serio
Porque debo confesar que me da un poco de miedo.
Notar en aquellos jóvenes, como se ha pasado el tiempo.
Si hasta parece que les falta ese poco de mermelada
Y todo está en su sitio, no hay nada en que tropezarse
No hay nadie quien quiebre un vidrio
Ni haga a la mamá enojarse
Y los platos no se rompen
Y el canario no se sale.
¡Como hace falta mi hijo en esta casa tan grande!
(*La foto de arriba, yo, a la izquierda y Karlo a la derecha a la misma edad, 4 años, en el mismo lugar: el patio de la casa de mi bisabuela Carmen Cid).
precioso poemaaa!
ReplyDeleteque tierno lo que le escribe a su Karlo :)
-Johanna Castillo