Desde que el mundo es mundo ha existido la coprolalia o cacolalia (la tendencia patológica a proferir obscenidades). Hay una ciencia que se llama latrinología, que aunque ustedes no lo crean, se dedica al estudio de los escritos en la pared de los baños.
Todos, tarde o temprano, hemos sido expuestos, algunos violentamente, a la pornografía y a la vulgaridad. En buen chileno, "a hablar de la cintura para abajo". Este tipo de vocabulario que describe en forma soez y grosera los genitales y su función reproductora, uno no lo aprende con su familia, sea esta familia "evangelión" o "catolikein". Esto se aprende en la calle y procuramos dejarlo en la calle también. Antes de los 6 años de edad yo había escuchado ciertas palabras groseras en boca de los borrachitos que entraban a la botillería de mis padres a comprar vino. Aún en su borrachera eran caballerosos para no decir garabatos en frente de las damas. Dentro de la casa jamás escuché malas palabras, bueno, con excepción de mi hermana que las aprendía en la calle y al quererlas practicar en la casa le daban una buena zumba. A partir de primero básico, en forma traumática comencé a oír en la escuela palabras que no entendía, pero que tampoco me atrevía a preguntarle a mis padres su significado. Mi léxico coprolálico aumentó una vez que aprendí a leer las palabras escritas en "las casitas" (el baño) de la escuela.
Han pasado muchos años de eso. Hoy, tristemente me doy cuenta que esa manera de hablar que tenían los alumnos en ausencia del profesor, o ese vocabulario que se leía en los baños públicos, o el léxico que manejan los "Académicos de la Lengua" (como se hacen llamar los cómicos más groseros de la farándula chilena) se ha introducido en el internet, en la tele y esta semana entra con gloria y majestad al cine con esta película premiada en el extranjero. Ahora la orden es enfocar. Enfocar la cámara, la mente y los deseos desde la cintura hacia abajo. La vagina, que debería ser territorio privado de la Joven y Alocada, se ha transformado en dominio público chileno y no precisamente con ese nombre. La película viene con dos ganchos más: la apología a vivir los impulsos biológicos homosexuales, y la ridiculización del cristianismo, en este caso envuelto en el paquete evangélico.
Conozco a la familia de la Joven y Alocada. Su abuela es una de las ancianas más agradables, educadas y abierta de mente que conozco. Es una fiel y equilibrada cristiana. Sus tíos han sido mis amigos y compañeros de ministerio. Nuestros hijos crecieron y se formaron en la iglesia. Sus padres fueron miembros de la iglesia cuando se estaba formando, luego emigraron a otra congregación. A sus hijas les tengo un tremendo cariño y aprecio, las veo como mis sobrinas (aunque es posible que ellas me vean como el tío pesado, mala onda y regañón). Ellas son lindas y muy educadas. Educadas en el sentido que tienen una inteligencia sobre el normal de la chusma. Poseen títulos universitarios, una de ellas a nivel doctoral y tienen un manejo del idioma que ya me lo quisiera yo. Aunque se han apartado de la fe, me gusta leer lo que escribe la mayor, pues desafía mi fe y me hace volver con frecuencia a las palabras de San Pedro: "Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes". Su vocabulario tiende a caer en la grosería, pero cuando se propone ser seria hemos tenido un intercambio de opiniones muy enriquecedor y respetuoso.
Ahora bien, si ellas no lo saben, somos muchos, demasiadas, las personas que les amamos de corazón y que hemos estado sufriendo ante este destape sexual y ante este ataque al cristianismo. He notado que el mundo evangélico ha reaccionado con un silencio confuso, especialmente los que les conocen personalmente. El tema es tan provocador, tan transgresor y vergonzoso para las iglesias y para la mayoría de las familias que se ha preferido no tocarlo.
Me imagino que la reacción de los cristianos de un estilo más fanático o "fundamentalistas", como les llaman ahora, será la protesta airada con carteles que anuncien la condenación al infierno de la Joven y Alocada junto a sus secuaces. Pero estoy seguro que la gran mayoría de los cristianos evangélicos pasará esta amarga copa con una gran tristeza y en silencio.
En el mundo de las artes se está dando una tendencia. Acercándose la fecha de Semana Santa el canal National Geographic casi siempre presenta un tema en contra del cristianismo, como el Evangelio de Judas, el supuesto osario de Jesús, etc. En viernes santo del año 2006 el fotógrafo Marcelo Gamonal pretendió presentar una gigantografía en un céntrico lugar en Santiago de Chile (yo no vivo en Chile y no sé si lo logró). La gigantografía se titulaba “El hijo de perro”. En esa fotografía aparecía, Jesús crucificado, su madre María y un perro. Jesús era personificado por Patricio Egaña, un homosexual de 60 años. Aparecía representando a un Cristo gay con sunga color lila, y una femenina corona de reina. La virgen María era representada por la modelo Ximena del Solar, vestida como monja lujuriosa, semi desnuda mostrando sus pechos. El Espíritu Santo estaba personificado por un perro embalsamado al que se le atribuía la paternidad de Jesucristo.
Ese era un ataque frontal a los dogmas del cristianismo. Seis años más tarde les toca "apechugar" a los evangélicos próximos a celebrar la resurrección de Jesús en Semana Santa. Esta vez el embate no viene de gente externa, ateos o sacrílegos. La crítica o la burla esta vez viene de una mujer formada en nuestras filas, en nuestra subcultura que se sabe la Biblia al revés y al derecho, como buena cristiana. Es verdad que ella se formó (o deformó) en una iglesia particular que algunos hoy catalogan de secta evangélica. Esa expresión particular de "canuteo grosso", como decía la hermana mayor en sus años de adolescencia, colisionó con la mente privilegiada y la pluma ágil e irreverente de la Joven y Alocada. Fue, como lo llaman los astrólogos, una alineación perfecta de planetas que ocasionó un gran terremoto. En esta alineación predomina Venus (con una sensualidad grosera) y Marte (con belicosidad burlona).
Me costó sentarme a escribir, pero con humildad les digo que esta es nada más la opinión de un pastor cristiano que anhela llevar, en todo tiempo y en todo lugar, las palabras amorosas y consoladoras de Jesucristo. La iglesia está entendiendo en estos días que su labor no es condenar. Jesús le dijo a la mujer pecadora "ni yo te condeno". También la Escritura nos dice "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Jesús". Es verdad que en el Antiguo Pacto se condenaba a muerte al varón que se "ayuntaba" con varón, al que tenía relaciones con un animal, e incluso al que maldecía a sus padres. Pero la Iglesia Cristiana no es parte del Antiguo Pacto, sino del Nuevo Pacto realizado por Dios a través del sacrificio perdonador de Cristo.
No condeno a la Joven y Alocada, sólo trato de entender su sufrimiento, su confusión, su rabia que pasó en sus años de evangélica. Ella tiene la edad de mis hijos. Aclaro, mis hijos no son perfectos, sin duda que, como todos los niños criados en familias creyentes, han tenido batallas con su sexualidad, con el alcohol, con las drogas, con la bulimia, con los complejos, con la violencia, con el suicidio y principalmente una tremenda bronca con la fe de sus padres. A veces me encuentro pensando que uno de mis tres hijos hubiera sido mi propio Joven y Alocado/a, pero me sacudo ese pensamiento doloroso y le doy gracias a Dios que así no fue. Aún así, no soy tan ingenuo para no pensar que mis angelitos también han de haber escrito estupideces en el Facebook o que han despotricado en un diario de vida en contra mío y de la iglesia.
También me gustaría que la Joven y Alocada y todos los que le avivan la cueca, o se sientan identificados/as con ella, pudieran pensar un momentito en este tema trascendental que es el cristianismo, la iglesia, la revelación de Dios a la humanidad. Por un lado mencioné las palabras de Jesús "ni yo te condeno". Esa frase la terminó con las siguientes palabras "vete y no peques más". El cristianismo sigue, hasta el día de hoy, lidiando con la condena y el pecado. Estamos aprendiendo a no condenar, pero también estamos obligados a señalar la falta, el pecado y ayudar a la gente a recibir el perdón de Dios y vivir una vida plena. No crean, muchachos, que los pastores estamos aquí para tirar piedras. No, Dios nos ha llamado para comprender su dolor, su rabia, su irrespeto. No crean que nos llevamos metidos en la iglesia leyendo la Biblia. Nuestros horarios son tan complicados. A veces respondiendo una llamada a las tres de la mañana de una madre que está peleando con su hija; o visitando a una niña que se quiere suicidar; o llorando en el funeral de un joven que ha muerto de Sida; o consolando a una familia cuyo hijo, en una noche de juerga, se quitó la vida. Nos movemos dentro del dolor humano. Andamos recogiendo los pedazos de vidas destrozadas y tratando de traer la paz y la bendición de Dios ante tanta calamidad.
Nosotros leemos nuestra Biblia y en ella buscamos dirección y respuesta a nuestras preguntas. Y créanme, he buscado mucho una dirección de Dios en estos meses desde que salió el artículo en el periódico anunciando la historia de una muchacha evangélica bisexual que escribe un blog que se transformará en película. Perdónenme si les ofendo, pero esto es lo que hallé en la Palabra de Dios. 2 carta de San Pablo a Timoteo capítulo 3: Ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad.
A simple vista he visto en estas semanas publicaciones, propaganda y controversias en torno a la Joven y Alocada en donde se nota mucha jactancia, arrogancia, desprestigio de lo bueno, insensibilidad, ímpetus y sobre todas las cosas, más amistad y preferencia por el placer que por Dios. Entiendo que la película exalta el placer sexual lésbico y la falta de respeto hacia los padres. Discúlpenme, pero esta carta de San Pablo ha sido mi lente de análisis social. Quizás Freud podrá explicar la fascinación que tiene la Joven y Alocada con el sexo y la cacolalia. Quizás Darwin podrá explicar cómo la evolución nos ha llevado a considerar los actos homosexuales como parte natural del proceso evolutivo. Quizás los sociólogos nos podrán explicar por qué la sociedad, no sólo la chilena, ha llegado a este punto de aceptar fotografías de vaginas en llamas por doquier como propaganda de un film. Quizás muchas ciencias y estudios podrán traer explicaciones racionales a este fenómeno. Los cristianos, sin embargo, buscamos consuelo, explicación y dirección en los principios de Dios establecidos en la Santa Biblia.
Mi corazón se duele enormemente por los padres de la Joven y Alocada. Los conozco, son personas agradables a quienes Dios les regaló tres hermosos hijos. A veces me sorprendo pensando en ellos y se me forma un nudo en la garganta. Ellos, a la vez que yo, tienen más de 50 años de edad, es decir, estamos más allá del límite de lo que los jóvenes llaman "viejo".
Estoy seguro que los padres de la Joven y Alocada están arrepentidos de muchas barbaridades que hicieron en su juventud. Así es la naturaleza humana, en la juventud somos alocados y en la vejez somos sensatos.
Como quisiera apurar el reloj del tiempo para avanzar 20 ó 30 años con la esperanza de ver a la Joven y Alocada como una Vieja y Sensata. Dios no tiene apuros, yo sí. La vida da muchas vueltas. El hijo pródigo volvió a los brazos de su padre. Jacob volvió a besar a su hermano Esaú. Oseas volvió a reconciliarse con su alocada esposa. Norma McCorvey, la causante de la revolución del aborto en EEUU, hoy es una activa defensora de la vida del que está por nacer.
Oramos al Señor para que en el año 2042 los periódicos de Chile anuncien que la Joven y Alocada se ha transformado en Vieja y Sensata.